Es interesante el entender la diferencia entre las cosas que Dios ve y que Dios entiende y las cosas que nosotros vemos y nosotros entendemos pues la diferencia puede ser abismal y su efecto también.

Por ejemplo, las personas suelen decir que “las palabras el viento se las lleva”, pero la Biblia nos dice que nuestra lengua tiene el poder de la vida y de la muerte (Proverbios 18:21), por tanto lo que sale de nuestra boca tiene esa capacidad de hacer vivir ó morir a alguien según Dios, ahora bien es nuestra responsabilidad saber cómo queremos vivir, si pensando ignorantemente que no importa qué digamos no va a tener peso ó bien buscando dar vida con todo lo que hablemos.

Esto se lo digo, pues hay un factor diferenciado entre lo que entendemos por así decirlo “en nuestra carne” y las cosas que entendemos cuando decidimos entenderlas como Dios las entiende y ese factor se llama espíritu y de eso le quiero hablar.

La Biblia nos enseña que Dios es 3 personas en 1, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y la misma Biblia nos confiesa que Dios nos creó a su imagen y con la capacidad de expresar su naturaleza (semejanza), de modo que nosotros somos también 3, cuerpo, alma y espíritu, entendiendo que el cuerpo es nuestra consistencia física, el alma son nuestros pensamientos y nuestros sentimientos y el espiritu es la parte de nosotros que nos permite escuchar a Dios y expresar la naturaleza de Dios, es decir el espiritu es quien nos hace semejantes a Dios.

De la misma Biblia aprendemos que todos (absolutamente todos) nacemos muertos en espíritu, de modo que en lo natural nacemos sin la capacidad de escuchar ni actuar como Dios pretende que lo hagamos y que solamente recuperaremos ese espíritu por medio del nacer de nuevo (Juan 3:3-8) y es entonces que escucharemos a Dios y que podremos hacer las cosas sobrenaturales que espera que hagamos, impulsados por el entendimiento y el poder del Espíritu de Dios que nos hace semejantes.

Es ahí donde podemos entender una cosa importantísima, que la Biblia mata a quienes la leen sin espíritu, lo ha pensado?, se lo voy a explicar, ponga mucha atención:

Para las personas que nunca han confesado a Yeshúa (Jesús) como su Señor y Salvador, es decir que nunca han nacido de nuevo, la Biblia es un libro lleno de reglas, un libro que les cuarta e incluso les puede castrar la vida, sin leerlo, el puro hecho de pensar en hacerlo ya les ahoga y les parece imposible de cumplir, aunque en realidad lo único que tiene es que su consciencia les acusa y les hace sospechar que se encontrarán con un montón de puntos que les señalarán y les harán ver como fallidos.

Sin embargo aquellos que han nacido de nuevo y han recuperado el espíritu que perdieron Adán y Eva, tendrán un nuevo acceso a una revelación de lo que está escrito.

La cita de hoy nos dice cosas interesantísimas que avalan esto que el digo, nos dice que la letra (la Biblia, la ley) mata, pues en sí la Biblia es un libro completamente imposible para nosotros de cumplir y todo aquel que quiera hacerse agradable a Dios cumpliendo lo que está escrito por sus propias fuerzas, solo va a morir de frustración y de condena, pues está hecho para que no podamos cumplirlo por nosotros mismos, y tengamos la necesidad de ser rescatados y salvados por Yeshúa quien no nos llevará a cumplir lo escrito, sino quien ya lo cumplió y nos llevará al entendimiento de lo eterno por medio de ese increíble regalo llamado “gracia”, que no es otra cosa que el recibir todo aquello que no merecemos a causa de nuestra manera pecaminosa de vivir.

Es por eso que la cita termina diciendo que el Espíritu vivifica, es decir, por medio del espíritu que recuperamos al nacer de nuevo, Dios nos revela la diferencia entre lo imposible de cumplir que hay en la Biblia y lo que Él ya hizo por nosotros en la cruz y como ahora solo nos toca el desatar el poder de Dios en nosotros para que seamos el cumplimiento de cada promesa y vivamos así como el Hijo pródigo que no hizo más que reconocer que no era la riqueza del Padre lo que necesitaba, sino la identidad de éste (del Padre) para poder producir, administrar y multiplicar no solo riqueza sino un estilo de vida, lo que le haría pleno, y cuando el Padre (en este casi Yeshúa (Jesús) quien es la figura del Padre) se dio cuenta de que le había quedado claro es decir había nacido de nuevo y había reconocido que necesitaba un Señor que le rigiera y un Salvador que le rescatara de sí mismo, le dio una vestidura fina (la cual cubría su pasado y sus faltas) un anillo (símbolo de autoridad y poder) y calzado nuevo (un nuevo estilo de vida).

Sólo el Espíritu de Dios nos puede llevar a un proceso de perfeccionamiento por medio de hablar a nuestro espíritu y eso lo hará por medio de aquello que parece absurdo, por medio de la Biblia que mata a todo aquel que se acerca a ella sin poseer ese espíritu que nos fue regalado en la cruz.

¡Comparte esta entrada, elige tu plataforma!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *