Curiosamente y porque sucede en nuestro interior, solemos hacer de nuestra relación con Dios una serie de actos y hábitos que nos hacen sentir cómodos, que nos acomodan y que de cierta manera nos hacen ver bien ante los demás, de hecho veo como muchas personas incluso suelen llamar a Dios “papito” con la intención de hacerse ver a sí mismos cercanos a Dios y a su vez lejanos de sus interlocutores, como si esto fuera un escudo protector para que no pudieran ver hacia adentro de su relación con Dios, le ha pasado?, lo había pensado de esta manera?

Es más que obvio que a nadie le gusta que le cuestionen su relación con Dios, pues siendo algo tan sencillo, lo hacemos algo complejo, pues queremos resolver en segundos algo que no es parte de nuestra vida cotidiana, como el estar en verdadero contacto con Él, pues en realidad no le conocemos, pero más allá de ello, normalmente nos vemos solos en este proceso y eso nos hace sentir exhibidos.

Afortunadamente y como siempre lo digo, Dios ya sabía esto, de manera que lejos de seguir haciendo las cosas como siempre las hacemos y regresar a ese constante ciclo donde participamos de “hazlo mal, falla y vuelve a participar” Dios nos dejó por escrito esas señales, ese modo y esa visión de cómo tener no una buena relación con Él, sino cómo manifestar su Reino y como asegurar que nunca nos alejemos de Él y nunca más nos sintamos lejos de Él.

Dios nos llamó de muchas maneras, su Pueblo, su cuerpo, su iglesia, etcétera, siempre con la intención de hacernos entender que la fe no es un asunto personal y no es un asunto individual, sino que siempre tiene que ver con la comunidad y siempre se trata más de otros que de nosotros mismos.

De modo que la mejor señal de saber si estamos haciendo las cosas de manera correcta, es cuando empezamos a expresar nuestra fe hacia afuera, pero más en lo práctico que en lo teórico, más en nuestras acciones que en nuestras palabras.

Sabe, esto es importante de recalcar, he ido a muchas iglesias cristianas, a veces pienso que demasiadas, y en la gran mayoría de ellas me han llamado “hermano”, pero en pocas, muy pocas he podido percibir que alguien tiene interés en ser mi hermano, y si, también tengo que confesarlo, con muy pocas de esas personas he tenido la intención de tener una hermandad, pues muchas veces nos llamamos “hermanos” por mera educación y por hacernos notar como “cristianos”

Con el tiempo, me cuestioné eso y lo llevé delante de Dios y aprendí de Él que las personas que se cruzan en mi camino, por lo general son conexiones divinas, personas enviadas por Dios y no solo con “un propósito”, sino con ADN espiritual idéntico al mío para hacer de un conocido un verdadero hermano y una verdadera familia.

De modo que personas como Erick, Juan Carlos Alex, Ivonne, Nahomi, Enrique y muchos, pero muchos otros, que no terminaría de mencionar aquí se han convertido en hermanos, no porque practiquemos la misma religión, y no porque vayamos a una iglesia cristiana, sino porque vivimos con el mismo propósito, porque tenemos los mismos intereses (no terrenales, sino eternos) y porque hemos identificado en nuestras vidas y en nuestras personalidades las mismas características del Padre y las cosas que nos hacen iguales, las cosas que embonan y no las que nos hacen diferentes y que a pesar de que no nos veamos seguido y a veces no nos frecuentemos, nos hacen caminar y avanzar en la misma dirección.

Erick es uno de esos hermanos especiales, me asombra cómo a veces batallamos para poder hablarnos un par de minutos y cómo a veces incluso nos enojamos, pues pareciera que estuviéramos planeando sabotear nuestra relación con esos tropiezos en la comunicación, sin embargo, cuando logramos hablarnos, nos emocionamos al grado de poder llorar, cómo Dios nos ha estado hablando las mismas cosas, con las mismas palabras y con el mismo fin!, pues claro!, vivimos bajo el mismo techo (espiritual) y nos habla el mismo Padre y con el mismo propósito!, somos más que hermanos en la carne, somos unidos por una parentela espiritual!

Yeshúa (Jesús) lo dejó claro, los lazos de la familia en el Reino de los Cielos son mucho más intensos, son mucho más estrechos y están hechos por un ADN que no solo tiene que ver con los genes, sino que es un ADN dinámico que rige nuestra manera de vivir, no es una parentela de “dichos” ni de afectos, es una parentela de propósito de vida, pero vida eterna.

Ahora bien si lo piensa de esta manera, puede usted identificar a sus hermanos espirituales, ha usted pensado en la necesidad de tener un padre espiritual, del cual salgan instrucciones que le lleven a la eternidad, ha pensado que las personas de su alrededor, son enviadas por Dios para unificarles en un propósito eterno?

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