Por alguna razón cuando pensamos en acercarnos a Dios, antes de que venga a nuestra mente el hecho de estar con Dios, nos asalta el pensamiento acerca de nuestro pecado y vemos difícil el hecho de dejarlo y vemos difícil el hecho de estar a la “altura” de la situación como para ser aceptos delante de Dios, no sin dejar de lado la expectativa de las personas a nuestro alrededor que pretenden que actuemos de cierta manera y no dejan de poner cierta presión para que así sea, cabe mencionar que por lo general lo hacen con la mejor de las intenciones, pero no siempre con el mejor de los métodos (créame, he estado de ambos lados en muchas ocasiones).

Sin embargo debemos de tomar en cuenta que la palabra de Dios es una y que esta no cambia y que toda ella se cumplirá en nosotros si es que así lo permitimos, Pablo el apóstol nos decía “el que ha comenzado la buena obra la perfeccionará”, esto nos dice que es Dios quien trabaja en nosotros y no cesará hasta no habernos llevado a la perfección, de modo que seamos a su semejanza y no a la de los demás, pero cabe mencionar que tenemos que estar dispuestos y abiertos para que sea él quien nos transforme y participar activamente en el proceso.

Existen muchas personas que se justifican con un “soy solo un ser humano, no soy perfecto” cuando sienten la presión ante las circunstancias y ante las personas y tienen razón, pero solo parcialmente, porque por un lado, es cierto que nuestra naturaleza humana es limitada, sin embargo, cuando decidimos aceptar el trato de Dios esta naturaleza es cambiada y dejamos de ser humanos para convertirnos en hijos de Dios, solo hace falta notar cuantas veces la Biblia nos recuerda que no somos de este mundo, obvio esto a causa de haber nacido de nuevo y haber aceptado a Yeshúa (Jesús) como nuestro Señor y Salvador.

De modo que no somos perfectos de tajo, pero entramos en un proceso de mejora continua que tiene como objetivo la perfección y esa es la semejanza a Cristo, la cual no es una opción, sino es una garantía y está escrita en la palabra.

Cuál es la manera en la que seremos transformados?, esa es sencilla, por medio de la palabra de Dios, solo es necesario ver lo que dice la cita de hoy que nos dice que somos hechos dioses (porque podemos expresar la naturaleza de Dios) cuando recibimos su mensaje y es la palabra de Dios la que nos transforma desde adentro hacia afuera y nos cambia la manera de pensar y la manera de actuar de manera gradual, hasta que vivamos como Yeshúa (Jesús) lo hizo en esta tierra.

Considero que lejos de que la promesa de la perfección nos presione, nos debe de animar, pues no es algo que nosotros haremos ni ejecutaremos, sino es algo que nosotros recibiremos si permitimos de manera activa y participativa que Dios nos transforme por medio de su llamado, su palabra y las obras del Espíritu Santo, entonces solo me queda preguntarle a usted, se atreve a dejar de ser “solo humano” y a ser perfeccionado en los términos de Dios?

¡Comparte esta entrada, elige tu plataforma!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *