Es más que evidente que a nadie nos gusta que estamos mal, a nadie nos agrada que nos hagan ver que estamos equivocados y a nadie nos gusta que alguien tenga razón por encima de nosotros en algún asunto relacionado a nosotros mismos.

Pero lo curioso es que cuando nos sucede así, toda la situación y la circunstancia nos lleva de regreso al pasado y nos lleva a pensar en la raíz de donde salió ese pensamiento ó esa actitud y sin darnos cuenta, nos vamos a un pasado que no nos permite avanzar.

Cuando entendemos las cosas desde la perspectiva de Dios, podemos entender que Dios es capaz de confrontarnos y lejos de atorarnos en nuestra equivocación e incluso en la culpa que esto nos haría sentir, nos abre las puertas a un futuro lleno de posibilidades ante el nuevo conocimiento que está poniendo en nosotros, lo había pensado?

Es por eso que Yeshúa (Jesús) vino a enseñarnos acerca de la eternidad, de todas esas cosas que comienzan en Él pero que jamas terminan y a su vez no se estancan, siempre nos llevan a un crecimiento y a una nueva verdad, fresca, renovada y cada vez más grande.

Es por eso que Dios nos habla acerca de su disciplina y su corrección, pues nunca lo hace para señalar algo que está mal en nosotros, sino siempre lo hace con la intención de desatar un futuro inmediato lleno de una nueva consciencia, por ello nuevas costumbres y resultados ya no terrenales y de acuerdo a nuestras capacidades, sino de acuerdo a su Espíritu quien actúa en nosotros, alrededor de nosotros y por medio de nosotros.

Es por eso que debemos de anhelar el trato de Dios, es por eso que su disciplina y su corrección en lo íntimo son tan importantes, pues son la llave que desata todo lo que Dios pretende y va a hacer en nosotros.

El problema radica en que muchas personas prefieren tener razón que fe, hay muchas personas que viven bajo una constante auto-crítica y una auto-justificación, quienes no están dispuestos a ser expuestos a esta verdad, pues en realidad solo se alimentan de la atención de los demás y del siempre anteponer su opinión y su versión de la verdad a los demás y es por eso que temen grandemente a la disciplina y a la corrección de Dios.

Pero debemos de entender esto, el que Dios nos corrija y nos discipline, tiene que ver con el hecho de que Dios mismo ha puesto en nosotros un voto de confianza, ese voto de confianza nos garantiza un crecimiento y un plan perfecto de cosas que Dios previamente planeó para nosotros y que no sucederá a menos que nos permitamos ser transformados por ese trato, esa disciplina y esa corrección que ha puesto enfrente nuestro.

Y por favor considere que si Dios nos muestra algo de nuestro carácter que puede parecer inaudito, no lo está mostrando para que lo corrijamos, pues de ser así, nos jactaríamos de lo que hemos cambiado, pero Dios quiere hacernos conscientes de aquello que aún necesita pasar por un proceso de perfeccionamiento, para luego ser Él quien lo cambie y lo transforme, de modo que aprendamos a depender verdaderamente de Él y dejemos que sea Él quien actúe en nosotros a su modo, en su tiempo y a su estilo.

Si somos hijos de Dios ó nos consideramos como tales, debemos de permitirle corregirnos y disciplinarnos, sabiendo que con ello abre a nosotros el entendimiento de lo eterno, de lo gran de y de lo especial, de modo que está en nosotros el decidir si aceptamos ser tratados como hijos ó preferimos seguir viviendo como bastardos a nuestro propio modo y a nuestro entendimiento.

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