Hace unas semanas una persona muy querida para mi me escribió desde un perfil de Facebook que no era el suyo para comentarme que estaría “fuera de línea” por un tiempo, que había decidido cerrar su perfil de Facebook y que incluso el WhatsApp había dejado de ser parte de su manera de comunicarse con las personas que la rodeamos y el mundo en general.

Esto no me pareció extraño, pues es algo que sucede a mi alrededor todo el tiempo, muchas personas, sobre todo las cristianas, suelen hacer esto de cuando en cuando y la verdad es que nunca me había tomado el tiempo de meditar en ello ó de simplemente preguntarme porqué alguien haría eso, yo en lo personal paso mucho tiempo en las redes sociales, pero pocas veces pierdo el tiempo en ellas, bueno, al menos eso creo.

El caso es que al paso de unos días decidí contactar a esta persona por medio del perfil ajeno y corriendo el riesgo de que alguien más pudiera leer nuestra conversación y le pregunté el hecho de por qué había tomado una decisión así y la respuesta no fue muy diferente de lo que he oído (más no escuchado) de muchas otras personas y no había puesto atención.

Pues resulta que esta persona se había envuelto y familiarizado tanto con sus redes sociales que había dejado de tener conversaciones edificantes con las personas a su alrededor (tanto físico como virtual) y había dejado que estas (las redes sociales) tuvieran más importancia en su vida y sus actividades cotidianas que muchas cosas más importantes, como el cultivar su relación con Dios.

Al leer esto, por un segundo pensé exactamente lo mismo y creí darle la razón, hasta que inevitablemente tuve que recordar a las personas que en alguna ocasión ante cualquier debilidad ó amenaza se escondieron en la Biblia y sabe, me causó gran impresión el recordar que cada uno de ellos fue confrontado por Dios por esconderse!, insólito e inaudito!

Es obvio que cualquiera que pase más tiempo en sus redes sociales y en su celular que en su Biblia (y los que me conocen, saben que las Biblias virtuales no aplican, tiene que ser una de papel) y en intimidad con Dios, algo tienen mal en su vida, pero esto aplica para muchas otras cosas, como la televisión, el tiempo invertido con los amigos entre muchas otras.

Pero no nos vamos a esconder de la televisión, de los deportes y de los amigos también ó si?, obvio no, es importante que recapacitemos y tomemos en cuenta cuanto tiempo dedicamos a cada cosa y le demos prioridad a las cosas que generan más valor, a las cosas que nos llevan a lo eterno y nos alejan de lo pequeño y de lo cotidiano que no produce y que solo nos distrae de nuestro propósito.

Créame, si le digo que tiene que pasar más tiempo en su Biblia en frente a la TV ó metido en su celular, lo digo mucho pero mucho muy en serio, porque de lo contrario, llegará el día que como a esta persona le suceda, haya perdido el control de la situación y termine escondido de las redes sociales, cómo su pudiera.

Pero es por eso que Dios nos dice en su palabra que Dios no nos hizo ni tímidos ni cobardes, por el contrario, nos dio la capacidad de dominarnos y gobernarnos a nosotros mismos de modo que siempre podamos no solo convivir con las redes sociales y los amigos, sino que además de esto podamos ser de impacto en estos ambientes de modo que nunca dejemos de trabajar para Dios aún cuando hagamos cosas cotidianas y triviales.

Es por eso que si de repente se siente dominado por su teléfono celular, lejos de esconderse de él, deténgase y ore, deje que Dios le muestre cómo no solo controlar sus tiempos en el aparato en referencia, sino como todo el tiempo generar contenido (no bíblico y religioso) de gran profundidad y sencillez a la vez que pueda impactar a las personas de modo que sean nuestros medios lo que Dios llama “la sal del mundo” y siempre tengamos algo bueno y algo edificante que compartir y dar a otros.

Aquellos que le temen a sus teléfonos celulares y medios sociales, se distinguen por una sola característica, no es que le teman al medio, sino que se olvidaron de servir a otros y no tienen nada, absolutamente nada que dar a los demás y solo están esperando que alguien les dé algo, a veces no es importante el término, sino el poco esfuerzo que pondrán en ello.

Pero es por eso que Dios nos dejó su palabra, todo lo que hacemos tiene que ver con las personas que están a nuestro alrededor y en como podemos servirles para que su vida sea mejor, a causa de que Cristo está en nosotros y Él permite que de cuando en cuando hagamos planes para crecer y prosperar.

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