Por alguna razón las personas suelen confundir el orden de las cosas y sobre todo en los asuntos de Dios, desde que tengo uso de razón, las personas me han dicho “tengo que ser bueno para poder acercarme a Dios”, y sabe, es una de las mentiras más grandes que jamás nos hayan hecho creer, lo sabía?
Ciertamente Dios es bueno y Dios es santo y no permite ningún tipo de impureza en su presencia, eso nadie lo puede negar, de hecho la Biblia misma nos advierte de que si entramos de manera impura, ya sea física, emocional ó espiritualmente, moriremos al instante, pero debemos observar que no existe manera alguna en la que nosotros nos podamos hacer buenos por nosotros mismos como para poder agradar a Dios ó merecer siquiera que Él nos voltee a ver, así de simple.
Es por esa misma razón que Dios envió a su hijo a que muriera por nosotros, de manera que al hacernos objeto de su sangre es cuando somos purificados, perfeccionados e incluso santificados para poder entrar dignamente delante de la presencia de Dios en los mismos términos que Él, a su imagen y a su semejanza.
Ahora bien, el hacernos “buenos” no nos hace acreedores a “x” ó “y” bendiciones ni beneficios, el hacernos buenos nos pone en el mismo plano de Dios, en donde somos nosotros el beneficio del Reino de los Cielos para los demás, es cuando somos tan plenos que no nos queda de otra que derramar de aquello que hay dentro de nuestro corazón, de modo que las personas reciben respuesta a sus oraciones por medio de nosotros, somos portadores de la gloria de Dios para beneficio del mundo.
Pero como lo aclaramos en la reflexión pasada, no podemos ser buenos a menos que amemos, seamos felices ó tengamos alegría, tengamos paz en medio de cualquier situación ya sea buena ó no tan agradable, tengamos la capacidad de ver a donde van las personas según el plan de Dios y saber esperar y la disposición de dar algo desde nuestro corazón a los demás, solo entonces seremos buenos.
Entiende ahora por qué no podemos ser buenos en nuestras propias fuerzas?, como dirían luego, está en chino!!, es aquí donde debemos de tomar como ciertas y aspirar a las palabras del Espíritu Santo que nos dice en Efesios 4:23, que nos dice “en cambio dejen que el Espíritu de Dios les cambie los pensamientos y las actitudes”, es decir debemos de empezar a pensar como Dios para que podamos actuar como Dios, pero lo mejor de todo y como se lo he venido aclarando en los pasados días, no es algo que tengamos que hacer ni algo para lo que tengamos que esforzarnos, por el contrario!, es algo que nos será inevitable pues Dios lo va a provocar en nosotros juntamente con la instrucción específica de lo que habremos de hacer y decir para que el buen de Dios emane de nosotros y transforme nuestros ambientes.
La bondad a diferencia de la gentileza, es la capacidad de ver a Dios en toda circunstancia, es la capacidad de entender el plan de Dios en cada situación es esa fuerza sobrenatural que siempre encuentra la solución, el amor y la mejor manera de expresar el carácter de Dios en medio de los momentos donde todos creen que todo está perdido.
La bondad es esa capacidad de siempre dar un poco más de caminar esa famosa milla extra, de simplemente ser y estar aún cuando pareciera que los demás no lo merecen, es ese pensar en la solución como si el problema nunca hubiera existido, así de simple y así de sencillo.
La bondad es aquello que llevó a Yeshúa (Jesús) a amar a Pedro aún cuando sabía que lo negaría, es esa actitud firme y amorosa que tuvo aún cuando Martha y María reclamaban que no había llegado a tiempo para evitarle la muerte a Lázaro, bondad es el reconocer a Zaqueo en medio de la multitud reconociendo un corazón dispuesto y declarando salvación a su casa.
La bondad es ese cambio de vida que Dios provoca en nosotros, cuando decidimos dejar que sea Él quien actúe y no nosotros quienes hacemos cosas por nuestra cuenta, la bondad es eso que nos hace ser verdaderamente humildes, pues siempre reconoceremos a Dios incluso por encima de nuestros propios intereses, como ve?, se atreve?