Recuerdo bien cómo mi abuela solía decir “a estos muchachos ya no los hacen como antes”, y con ello se refería a que las personas ya no estaban dispuestas a vivir de a manera intensa y esforzada como en los tiempos previos a su generación y ciertamente tenía razón, pero también es cierto que a nuestros padres les tocaron muchas ventajas sobre el estilo de vida de nuestros abuelos, así como a nosotros nos tocó un estilo de vida no más fácil, pero si más cómodo que a nuestros padres y así le tocó a la generación millennial, la cual vive una vida facilitada por los gadgets, donde la tecnología resuelve muchos asuntos cotidianos y creo, no estoy seguro que ya no tiene siquiera la necesidad de aprender a calcular una raíz cuadrada a mano como lo hicimos en nuestro tiempo (que no está demás decir que en nuestro tiempo de nada nos sirvió aprender a calcular una raíz cuadrada y ahora, creo que menos).

El problema es que en el ámbito espiritual, aquellos que nacieron en la generación millennial espiritual, aquellos que han decidido que su vida espiritual debe de ser como la natural, viven una vida en donde esperan que Dios sea quien haga todo, de hecho su oración es completamente unilateral y en ocasiones pareciera que Dios es más un toma pedidos que un ser supremo a quien debemos respeto y en cuya majestad reconocemos su grandeza, es decir y en otras palabras, se toman muy en serio eso de que somos hechos a su imagen y semejanza y tienen la errónea idea de que le pueden hablar de frente, de tu e incluso le hablan con diminutivos y apodos como “Chuy” ó se refieren a Él como dioscito.

Y por favor no me mal entienda, esto no es una crítica y tampoco es el juzgar a un grupo de personas, estoy tratando de establecer un concepto acerca de ciertas personas que nacieron de nuevo, es decir decidieron hacer de Yeshúa (Jesús) el Señor y Salvador de sus vidas en cierta época en la cual se ha venido dejando que las cosas tomen una cierta tónica en la que el esforzarse por tener fe es algo poco común, pero también es cierto que las generaciones previas tampoco hemos sentado los fundamentos para que sea diferente.

El millennial espiitual es como lo comentamos el día de ayer una persona que confunde lo espiritual con lo emocional y piensa que porque siente algo es de parte de Dios y si viene desde adentro, debe de ser bueno, pero no tiene mucho ánimo de pensar ó reflexionar acerca de los asuntos de Dios, sino su oración tiene un ingrediente muy repetitivo, el famosísimo “yo”, todo lo que se ora gira alrededor de sus emociones, sus necesidades y de su propio placer y comodidad.

Cómo le decía, no podemos decir que eso sea malo, pero si le puedo decir que afortunadamente para eso está la palabra de Dios, la cual nos sirve como guía, la cual nos deja ver claramente cómo es que debemos de vivir y que no somos en lo absoluto víctimas de las circunstancias y menos de nuestras emociones, por el contrario, por medio de la palabra entendemos que Dios pretende desarrollar en nosotros su carácter, de modo que si lo permitimos, seremos perfeccionados hasta caminar, hablar y comportarnos como el mismo Yeshúa (Jesús), en donde nuestras prioridades estarán adecuadamente alineadas y nuestros pensamientos y acciones estarán siempre enfocados en el Reino al cual pertenecemos y en ser parte de algo más grande, más vasto y algo más duradero que solo nosotros mismos y nuestras emociones.

Es por eso que Dios le recordaba a Josué en la cita de hoy la necesidad de esforzarse, pero no en el sentido de que la vida en Cristo sea algo difícil, sino en el no dejar que nuestras emociones nos dominen, en el sentido de nos ser quienes nos quejemos delante de Dios todo el tiempo, en no ser nuestra opinión la que vaya delante de quien creemos que es Dios, sino en el sentido de esforzarnos por dar su lugar a Dios en nuestra oración, donde sea Él quien hable más y nosotros quienes recibamos sus palabras y las adoptemos como nuestra verdad y nuestra identidad, en sentido en el que creamos más en lo que está escrito que es nuestra verdad que en lo que vemos que solo es nuestra realidad y que es pasajero.

Lo nota?, hay mucho y muy interesante por lo que debemos de esforzarnos, pero no es algo que tengamos que hacer en lo físico ni nada que tengamos que “cambiar”, es algo que tenemos que permitir y el esforzarse tiene que ver con el hecho de poner en orden nuestra prioridad y anteponer su voz a nuestros pensamientos y permitir que sea esa voz la que transforme nuestro interior hasta que hayamos sido puestos en la dimensión de Dios y podamos actuar como Él, eso así como lo dice la promesa de hoy, nos asegurará su presencia constante y por tal su efecto en nosotros.

Qué emocionante saber que en Dios no hay generaciones influenciadas por nuestro entorno, sino somos una sola generación llamada a conquistar la tierra para Él, no lo había pensado?

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