En el mundo existe un dicho que reza “dime con quien andas y te diré quien eres”, y hace referencia a que solemos adoptar los hábitos y costumbres de las personas con las que nos rodeamos, esto tiene mucho de cierto, pero si lo entendemos adecuadamente, tiene un trasfondo aún mucho mayor.

Curiosamente las personas entienden la fe como un acto personal, pero Dios lo entiende diferente, ciertamente Dios quiere tener una relación con nosotros en lo personal, pero la consecuencia de esa relación íntima e individual tendrá como resultado una expresión grupal, pública ó bien como lo expresa la Biblia, nos hará parte de un pueblo ó bien de un cuerpo, ese es el diseño de Dios.

Interesantemente la Biblia nos exhorta a tener una fe en comunidad todo el tiempo, nos instruye en congregarnos semana a semana en el día de reposo del Señor, nos dice que debemos de orar los unos por los otros e incluso nos recuerda que debemos de confesar nuestras faltas a quienes nos rodean, todas las bendiciones interesantes de la Biblia, nos alcanzan como pueblo y no en lo individual, incluso las económicas, Dios nos dice que nos es necesario dar a otros para que Él derrame su bondad y su abundancia en nosotros, lo había pensado?

Pero a su vez, debemos de ser sensibles al Espíritu de Dios, pues debemos de hacer comunidad primeramente con quienes puedan influir en nosotros de manera positiva y con fundamento en la palabra, hasta que hayamos sido madurados y tengamos una fe estable, de modo que a partir de ese momento podamos ser ahora nosotros quienes influyamos en los demás y seamos quienes ayudemos a otros a crecer en su fe.

Si lo nota, Dios pretende que todo lo aprendamos primero en lo natural, para que sea Él quien posteriormente nos revele lo sobrenatural, muchas personas creen tener una relación con Dios a su propia manera y hablan en su interior creyendo que hablan con Dios, pero muchas veces se engañan a sí mismas, pues en realidad no tienen mucha idea de quien es Dios y no han visitado su intimidad, no han tenido ese encuentro cara a cara con Él y eso se refleja en el hecho de que no han aprendido a hacer eso que Dios demanda de nosotros y esas cosas que vienen como consecuencia de un nuevo nacimiento y la adquisición de una nueva naturaleza,.

Es por eso que Salomón escribió este proverbio, pues habla de sabios y de necios, entendiendo por sabios aquellos que conocen y temen a Dios y por necios a aquellos que insisten en hacer las cosas bajo su propio entendimiento y con su propia consciencia, que sólo buscan su comodidad y evitan a toda costa timar un rumbo que les de resultados tangibles y duraderos.

De modo que una de las cosas que debemos de hacer cuando decidimos tener una relación con Dios, es primero que nada tomar una Biblia y comenzar por leerla, de principio a fin, segundo es el reunirnos con otras personas que tienen el mismo interés, de modo que por último recurramos a buscar consejo con personas sabias que nos enseñen y nos instruyan en los asuntos del Reino de los Cielos y nos sean instrumento de parte de Dios y nos enseñen a perseverar en estos asuntos hasta que sean tangibles y evidentes en nuestras vidas.

Recuerde que un sabio no tiene un título, no tiene por qué ser una persona con un cargo “religioso” ó una investidura, recuerde que la Biblia nos dice “por sus frutos los reconocerás” (Lucas 6:43), es decir hay personas que viven así como lo promete el Salmo 23:6, que no persiguen la bendición, sino que el bien y el favor de Dios les persigue todo el tiempo, a esas personas debemos de recurrir y a esas personas debemos de escuchar, no para que nos den algo, sino para que nos instruyan en el corazón de Dios, alguna vez lo había considerado?

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