Una de las cosas que enseño constantemente es el hecho de que el orar tiene más que ver con el escuchar a Dios que con el pedirle cosas, pero para muchas personas eso les parece casi imposible, pues no cabe en sus mentes la idea de que Dios les puede hablar y segundo no se imaginan qué más podría Dios decirles más allá de un “si” un “no” ó un “tengo algo mejor para ti”, pero en realidad, oración es mucho más que eso.

La pregunta que todos nos deberíamos de hacer constantemente es si en realidad nos interesa tener una relación y por tanto un encuentro con Dios ó si simplemente lo único que nos interesa es su efecto en nosotros y su favor, pues aunque no lo parezca, esa sería una gran manera de empezar a relacionarnos con Él.

Esto se lo digo, porque vivimos en un constante auto-engaño, es decir, creemos que vamos a la presencia de Dios (cuando en realidad nunca entramos en su presencia) y que solo por ese hecho ya somos merecedores ó de “algo bueno” ó aquello que queremos ó pedimos, como si el entrar a la presencia de Dios fuera un gran sacrificio ó como si Dios tuviera la obligación de darnos lo que queremos solo porque ya llegamos delante de Él, pero acompáñeme en el siguiente pensamiento.

Cuando leemos la Biblia, aprendemos que Dios no solamente es bueno, sino que es un ser de gran belleza, tanto que no seríamos capaces de quitar nuestra vista de Él si estuviéramos frente a Él, también la Biblia describe su majestad, la cual no solo es gloriosa, sino sumamente atractiva, de modo que esta tendría nuestra atención por completo y por último la Biblia nos dice que en la presencia de Dios hay plenitud de gozo, de modo que solamente el hecho de estar delante de Él, nos haría tan felices que podría decirse que es casi que adictivo estar ahí.

De modo que si entramos en la presencia de Dios, prácticamente olvidaríamos nuestra necesidad, estaríamos más contentos de estar con Él que necesitados de pedirle algo, y toda nuestra atención sería para Él de modo que cuando saliéramos de su presencia, toda nuestra voluntad estaría enfocada en cumplir su voluntad y hacer las cosas que a Él le agradan, lo ha pensado?

Recuerdo a una persona que alguna vez me dijo “bueno René, pero si ya estamos en presencia de Dios, podemos pedirle algo, no?”, y obvio no es mi papel el juzgar a nadie, pero podemos entender que hay personas que en realidad no tienen interés alguno en saber quien es Dios, ni de conocer ese papel y ese propósito que tiene para nosotros, de modo que todo lo que necesitemos y todo aquello que pudiésemos anhelar nos sea dado como añadidura a causa de entender y cumplir aquello que Dios quiere y espera de nosotros.

Esto le quedó claro a Jeremías el profeta, él aprendió a ir a la presencia de Dios y a disfrutar a Dios, aprendió a ser pleno en la presencia de Dios y dejó que esta lo llenar y que todo lo demás perdiera valor y a su vez incrementara su abundancia y prosperidad, pues esta venía de su corazón y no de un factor externo.

Por tanto, nuestro tiempo de oración es esa oportunidad que Dios nos da de encontrarnos con Él y no con su favor, de modo que podamos experimentar la plenitud constantemente y escuchar los grandes y asombrosos planes que tiene para nosotros, los cuales nunca nos afectan, nos limitan ni significan un sacrificio para nosotros, todo lo contrario (Jeremías 29:11).

Escuchar a Dios es una de las cosas más fáciles que existen, siempre y cuando sea con Dios con quien nos querremos encontrar, la cita de hoy es una promesa al respecto y no solo eso, una garantía de que sucederá, pero si usted está esperando una respuesta en específico acerca de algo que usted quiere y que no sabe si eso que quiere se alinea con la voluntad de Dios, podrá usted pasar mucho rato en silencio y no escuchará nada, pues Dios no tiene porqué convencerle de nada ni entretenerle en ese tiempo que usted llama intimidad, pero si está usted dispuesto a dejarse asombrar de manera constante, a llenar de todas esas cosas que hablamos previamente que suceden en la presencia de Dios, todo lo que debe de hacer es creer en la cita de hoy, y disponer su corazón para que Dios cumple su promesa y entre usted en la dimensión del Reino de Dios y deje usted de perder su tiempo pidiendo cosas que no sabe si recibirá y de engañarse a usted mismo pensado que el pedir tiene algo que ver con el orar, cómo ve?

¡Comparte esta entrada, elige tu plataforma!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *