Muchas personas confunden el orar con el pedir, pues es todo lo que han aprendido de Dios y luego alguien les dijo que el orar es platicar con Dios y suelen tener un monólogo con alguien quienes ellas creen que es Dios y no lo digo con mala intención pero el orar no es algo que solo se dé en silencio en nuestro tiempo libre, sino algo que sucede cuando nos queda bien clara la majestad de Dios y la reverencia que debemos de tener hacia su presencia.

Una vez pasado este punto, la cosa se pone interesante, pues una conversación se compone de 2 personas, en donde ambas hablan, y si o tomamos por jerarquías, el primero que debe de hablar es Dios, pues tiene cosas más importantes y con más valor para decirnos de lo que nos imaginamos.

El problema radica en que no conocemos a Dios y no tenemos ni la más remota idea de qué es lo que Dios pudiera querer hablarnos y el único tema que vamos a tratar con Él somos nosotros y nuestras necesidades y punto, y es justo de eso que le quiero hablar hoy.

La bendición no es algo que Dios vaya a hacer, sino es algo que Dios ya hizo y ya dijo, es justo por eso que nos dejó su palabra, para que pudiéramos perseverar en ella y en todos los beneficios que en ella están descritos.

Hay más de 2,000 promesas en la Biblia, y lo más interesante es que todas aplican a nuestra vida, tienen que ver con nuestra prosperidad, con nuestra salud y la influencia que tendremos, curiosamente las cosas que ocupan nuestra oración todo el tiempo, también, cada promesa tiene una condición y tenemos que observarla, y no es que la condición que tiene cada promesa tenga que ver con un intercambio que haremos con Dios, sino con el ambiente espiritual que debemos de establecer para que la bendición pueda fluir, es decir, cada bendición que Dios dejó para nosotros necesita un ambiente propicio para suceder, y es justo de eso de lo que Yeshúa nos hablaba en la cita de hoy.

En el momento que dejamos de pensar en hacer cosas “buenas” para que Dios nos bendiga y dejamos de tratar de hacer intercambios con Él, en ese momento podemos empezar a pensar en el Reino  y podemos empezar a orar adecuadamente, es decir, cuando oramos pensando en el Reino, es cuando iremos a la presencia de Dios con un oído y una mente abiertos a escuchar a descubrir lo que se espera de nosotros.

Si quiere empezar a orar de manera distinta, empiece a hacerlo pensando en las condiciones de cada bendición, pensando en lo que debemos de hacer para propiciar un ambiente que desate y permita que lo que Dios dijo se establezca sea, de manera que la abundancia, la salud y las relaciones sanas, sea algo natural en nosotros a causa del ambiente en el que nos movemos, lo ha pensado?

Piénselo de esta manera, si usted habla con maldición, si habla chismes, si se queja todo el tiempo, cómo cree usted que puede con ese mismo instrumento (su boca) establecer el Reino de Dios y recibir sus consecuencias, la Biblia nos dice que de una misma fuente no pueden brotar aguas dulces y saladas (Santiago 3:11), cuando oramos, Dios nos hablará de las cosas que habremos de declarar, de las cosas que tenemos que decir, de cómo nuestro corazón tiene que estar alineado con su palabra para que podamos hablar adecuadamente y sea nuestra boca una fuente de bendición.

Si esto no le cuadra mucho, reflexione acerca de esto, Dios nos hizo a su imagen y semejanza, por tanto, si Dios todo lo hizo por medio de su palabra, todo lo que nosotros tenemos que hacer es por medio de nuestra boca también, por tanto es algo de lo que más tenemos que cuidar, pues lo que hay en nuestra boca proviene directo de nuestro corazón según la Biblia.

Por tanto el orar tiene que ver con Dios hablándonos acerca de lo que debemos de pensar, hablar y cambiar en nuestro interior para que con ello podamos propiciar el ambiente adecuado para que la bendición de Dios fluya por medio nuestro y a causa de ello, las cosas que normalmente ocupan nuestra oración, verdaderamente nos vengan por añadidura, por qué no ora al respecto y lo pone en práctica, me va a encantar leer sus comentarios cuando lo haya hecho.

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