En muchas ocasiones las personas suelen darnos consejos que no sabemos aplicar, pues no sabemos primeramente la intención de los mismos ó bien su objetivo, sin embargo son de esos consejos que parecieran aflorar a la primera, como en automático, y en ocasiones incluso nos cae mal que nos los digan, le ha pasado?, es como cuando nos dicen que no lloremos en situaciones difíciles o bien que pongamos nuestra confianza en Dios cuando no vemos claro ante una situación que nos agobia.

Y es justo de eso que le quiero hablar en esta mañana, de como y para qué poner nuestra confianza en Dios ó como entregarle nuestros problemas a Dios, no solo para que podamos ver una solución, sino para que la promesa de Dios se cumpla en nosotros y podamos no solo salir del paso, sino crecer en estatura hacia nuestra identidad a su imagen y semejanza.

Mucho he escuchado ese famoso “abandonarse” en su fe, pero tengo que serle honesto, no me la creo, nadie puede abandonarse y fingir que no tiene problemas y además eso sería como si le pidiéramos a Dios que hiciera algún tipo de magia en vez de transformar las situaciones y provocar crecimiento en nosotros, si nos abandonamos, es como si no participáramos en el proceso y como si los problemas no fueran parte de nuestra vida, por tanto no es posible que hagamos de esa manera.

Ahora bien, podemos entregarle nuestros problemas a Dios, la pregunta es, qué haremos nosotros mientras nuestros problemas están en sus manos?, ó bien, para qué le entregamos nuestros problemas?, se trata de que nos los regrese resueltos?, qué pasaría si no nos gusta el modo en el que Dios resuelve nuestros asuntos?, cuanto tiempo estamos dispuestos a esperar mientras Él resuelve esto?, debemos darle seguimiento?, ó simplemente esperamos a que Dios nos busque y nos avise que todo está en orden de nuevo?

Si lo nota, hay muchas cosas que a lo mejor no hemos pensado en este orden pero que están ahí en nuestro patrón de pensamiento y en nuestra manera de vivir, pero afortunadamente Dios quien nos creó y nos conoce mejor que nadie ya tenía considerado todo esto y preparó una promesa para que pudiéramos perseverar en ella, en vez de solo sufrir en oración y en vez de solo esperar a que “algo” pase y se lo quiero compartir.

Primeramente no podemos entregarle a Dios nuestros problemas, puesto que Dios y los problemas no conviven, en la gran mayoría de los casos, nuestros problemas son la consecuencia de nuestro desorden, de nuestra infidelidad y nuestro comportamiento ajeno y contrario a quien Dios es, por tanto Él no convive con esas cosas, lo que si podemos entregarle son nuestras cargas, es decir el peso que esos problemas ejercen sobre nuestro corazón, de modo que podamos tener pensamientos claros y no dejemos de que esos problemas se conviertan en prioridad y ocupen un lugar más importante en nuestros corazones que Dios mismo y que nosotros mismos, si lo nota, esto tiene mucho más sentido que el tradicional entregarle nuestros problemas.

Ahora bien, como toda promesa de la Biblia, la cita de hoy también tiene una condición, y esa es muy clara, muy sencilla y con un gran propósito, y esta condición es que por mientras Dios lleva nuestras cargas, nosotros tenemos la libertad de pensamiento y en nuestro corazón para ser justos de nuevo, es decir, para perseverar en la palabra y cumplirla, así de simple, así de sencillo.

La justicia no es otra cosa que el cumplimiento de la ley y justo es aquel que conoce la ley y la cumple, por eso la cita de hoy nos promete que Dios no permite que los justos tropiecen y caigan, de hecho la Biblia está llena de promesas que hablan acerca de que si somos justos, no seremos avergonzados, qué increíble!, eso nos deja saber que por pesado que sea nuestro problema, por grande que sea nuestra deuda, que por terrible que haya sido nuestro conflicto, lo único que tenemos que hacer es llevar el peso que ese problema causa a nuestro corazón, ponerlo en manos de Dios y tener la libertad de ir a la palabra y dejar que Dios nos haga crecer y nos de no solo la solución a nuestro problema, sino la sabiduría, para resolverlo, pero sobre todo los principios de vida para que nunca más volvamos a caer en esa condición, así de simple.

Para dejarlo un poco más claro, le voy a compartir mi visión personal de cómo lo entiendo, es como si Dios nos ayudara con la presión y nos pusiera por así decirlo en “pausa” mientras vamos, nos adiestramos en ese aspecto de nuestras vidas y regresamos transformados para resolverlo y gobernar sobre esa situación de modo que no solo nuestro entorno, sino nuestro interior sean transformados para erradicar esa problemática de nosotros para siempre.

Si lo entendemos de esta manera, es por eso que no funciona cuando tratamos de dejar de pecar, siendo que el placer que nos provoca el practicar ese pecado nos ocasiona una carga, pues sufrimos por no poder hacer eso que nos gusta, pero que tal sería si tomamos esa carga que ese gusto nos ocasiona y lo ponemos en manos de Dios, por mientras nosotros vamos a la palabra y nos fortalecemos en justicia, de manera que nunca más volvamos a caer?

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Un comentario

  1. Graciela

    Hoy tomó significado lo que muchas ocasiones leí: «El Maestro aparece cuando el alumno está listo. » GRACIAS!!