A lo largo de la historia el concepto de iglesia se ha distorsionado pues templos de piedra han sido llamados “Casa de Dios” y las personas han perdido el sentido de ir a ella, pues erróneamente creen que Dios habita en ese lugar y no en sus corazones, y esto no es que sea malo, solamente es equivocado, no es que nadie se vaya a perder en el infierno por ir a buscar a Dios a la iglesia, sino que corren el riesgo de perderse de la presencia de Dios si no le buscan de la manera adecuada.
Debemos de siempre partir del hecho de que Dios habita en todos lados y es nuestro beneficio encontrarle en todos lados, de hecho el Salmo 139 nos dice que no hay manera de que escapemos de Él, que incluso en el infierno nos podemos encontrar con el Creador del Universo, si nuestro corazón le busca, por tanto no es difícil encontrarse con Dios, solo hay que mantenerse en santidad, es decir, con nuestro corazón abierto a Él.
Esto es algo que aprendemos de los hombres del antiguo testamento, ellos vivían en un tiempo en el que las manifestaciones de Dios eran escasas, de modo que edificaban altares para adorar a Dios tras cada encuentro con Él o bien cada vez que llegaban a un lugar para adorarle y hacerle parte de lo que hacían y de lo que habría de suceder en ese lugar.
Me encanta cuando encuentro esas pequeñas joyas escondidas en la Biblia que reflejan los símbolos que Dios usa para darnos a entender qué es lo que pasaba y le quiero contar acerca de la cita de hoy.
Es muy común para mi el escuchar “lo hice porque las cosas se iban dando, Dios abrió las puertas” y luego de un tiempo las cosas suceden de manera contraria y dicen “Dios por algo hace las cosas”, pero es interesante que Dios no fue parte ni del comienzo ni del final de la ecuación, al parecer solo es el culpable de que las cosas fracasen, y punto.
Pero en realidad, cómo es que funcionan las cosas de Dios?, cómo es que uno puede provocar la bendición?, en qué momento termina Dios y en qué momento comenzamos nosotros?, es más simple de lo que imagina, ponga atención.
En la cita de hoy, Dios acaba de aparecer a Isaac y le da un mensaje, y qué es lo que Isaac hace? de inmediato construye un altar para conmemorar su encuentro con Dios y qué es lo que hacen sus siervos?, cavar un pozo, del cual mana agua, que es símbolo de la palabra de Dios.
Dios prometió prosperidad y multiplicidad sobre Isaac e Isaac sabía que no podía seguir solo su emoción acerca de la prosperidad, por tanto necesitaba el soporte, la palabra de Dios, ahora que Dios se le había aparecido necesitaba multiplicar esto que le había sido dicho y beneficiar a cuantos pudiera con ello, por tanto en ese momento decidió dar de beber a cuantos pudiera de esa misma promesa que Dios le hizo y lo manifestó por medio de la excavación de un pozo.
El problema de muchos es que buscan soluciones pequeñas en un Dios enorme y piden soluciones solo para sí y para que ayuden a que las cosas “malas” dejen de ser, pero en pocas, en muy pocas ocasiones piden por soluciones que beneficien y que multipliquen y mucho menos que estén basadas en la palabra de Dios, es por eso que no reciben lo que piden, porque lo que piden es contrario a la naturaleza de Dios, lo nota?
Construir altares es una evidencia de nuestros encuentros con Dios, es el darnos cuenta y recordarnos a nosotros mismos que no necesitamos ir a la iglesia para que Dios nos bendiga y que es justo donde nos encontremos con Él, que Dios querrá hacer algo, no solo por nosotros, sino por medio de nosotros para beneficiar nuestro entorno y que su palabra fluya de tal manera que refresque y sacie la sed de todos los que nos rodean.
Por tanto es parte de nuestra rutina diaria el construir altares donde adoremos a Dios y conmemoremos nuestros encuentros con Él de modo que podamos establecer lugares y momentos donde su palabra fluya (pozos) que hagan que la vida y la fe de las personas a nuestro alrededor crezcan, debemos de dejar de pensar solo en nuestras necesidades, para poder empezar a pensar en términos de verdadera bendición y la generemos por medio de lo que sabemos y entendemos de Dios.