Muchas personas se preguntan todo el tiempo qué es lo que tienen que hacer para desatar el favor de Dios en su vida y ser bendecidos, y en su mucho preguntarse, pueden llegar a recibir todo tipo de consejos, y es ahí donde corren riesgo.

Antes de poder seguir adelante, nos es necesario el definir 2 conceptos básicos que nos ayudarán a caminar adecuadamente toda nuestra vida:

1.- Consejo: opinión de una persona con intención de influir en otra.

Es decir cuando alguien nos da un consejo, siempre tiene la intención de que hagamos aquello que opina acerca de nuestra situación y si acudimos a esa persona en busca de consejo, lo correcto sería obedecer.

2.- Malos: entendemos por malo a todo aquel que practica maldad, aquel que vive bajo su propia opinión y que no se sujeta a la autoridad.

Existen allá afuera un montón de personas que aparentan bondad pero que en realidad no buscan más que su propia comodidad e imponer su estilo de vida, pero en realidad viven contrariamente a lo que la palabra de Dios nos enseña y con esto no me refiero a que no vayan a la iglesia, sino a que tienen sus propios conceptos de lo que es bueno y malo y lo tratan de impartir a los demás para justificar su estilo de vida.

Ahora es cuando podemos entender a lo que el Salmista se refería cuando describía la condición de alguien bienaventurado, es decir, se refería a una persona que tiene bien claros sus principios y tiene como prioridad el escuchar la voz de Dios, no tiene porqué buscar consejo en aquellos que no conocen a Dios o no tienen como prioridad el escuchar su voz.

Y por favor no entienda esto como un requisito limitativo, por el contrario, es una aclaración del porqué a muchas personas se les dificulta vivir en bendición porque a muchos les es más fácil que otros les digan qué hacer que hacerlo por ellos mismos, créame, me sucede casi a diario encontrarme con personas en esta condición.

Sé que la siguiente pregunta que me hará es “y cómo hago para escuchar la voz de Dios?” y sabe, esa pregunta no tiene respuesta, pues no hay una fórmula para hacerlo, pero a su vez para eso está la fe, pues la fe tiene que ver con el creer y no con el entender, es decir, si Dios nos promete que nos hablará, simplemente lo hará, pero si no lo creemos ó pasamos más tiempo pensando en cómo es que lo hará que en silencio esperando su voz y creyendo, simplemente no sucederá, y por favor no se confunda, Dios no le hablará por medio de corazonadas o hará que las cosas “se den”, Dios nos habla claro y directo, pero si no lo creemos, estamos en problemas.

Obviamente hay un montón de personas exitosas allá afuera en el mundo, y muchas son expertas en lo que hacen y en definitiva son ejemplos a seguir, y deberíamos de seguir sus ejemplos, para eso están, pero si debemos de escoger cuidadosamente a quienes vamos a escuchar para que influya en nuestra vida y en nuestras decisiones, pues si las opiniones de alguien más son más importantes que lo que Dios nos hable, entonces nos hacemos malos como ellos, pues nuestro bienestar, nuestra comodidad y nuestro placer están antes que el Reino y la voluntad de Dios.

Recuerde que la palabra nos promete que de lo que abunda en nuestro corazón, es de lo que habla nuestra boca y de lo que abunda en nuestro corazón es de lo que damos consejo, por tanto le toca a usted decidir si recibirá consejo de alguien que no tenga a Dios como habitante principal en su corazón.

Y le recuerdo, esto no es limitativo, ni quiero descartar a nadie, solo le explico, cuales son aquellas virtudes de alguien bienaventurado y que camina en bendición como lo describió el salmista.

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