Muchas personas suelen acercarse a Dios en los momentos de angustia o cuando los problemas abundan y no es malo, solo que en ocasiones el acercarse solamente cuando hay problemas o dificultades puede causar desesperación o decepción, pues no siempre se puede obtener aquello que se espera.
Es cierto que es Dios quien quita nuestras cargas, quien sana nuestras heridas y que es quien tiene sus problemas en sus manos cuando se lo permitimos, pero también tenemos que entender que Dios no deja de ser Dios solo porque nosotros lo necesitemos, ni su amor por nosotros deja de lado la identidad de quien es Él, por el contrario, los beneficios de Dios para nosotros tienen más que ver con el hecho de que Él no deja de ser quien es a pesar de las circunstancias.
Por eso, cuando entendemos que Dios es santo, todo lo que tiene que ver con Él tiene la misma característica, la santidad, lo bueno, lo puro y lo radical, Dios no se presenta en lugares de inmundicia, ni convive con la maldad, el efecto de su presencia lo transforma todo, es por eso que Yeshúa (Jesús) amaba ir a los lugares donde los pecadores iban pues su efecto transformaba los ambientes, y su santidad propiciaba la presencia del Espíritu Santo, siempre con la garantía de establecer el Reino de Dios.
Existe una diferencia entre ir a la presencia de Dios y el que Dios vaya con nosotros, lo primero provoca lo segundo, y no al revés, a lo largo y ancho de la Biblia, podemos ver como Dios se deleita de quienes lo buscan en intimidad y luego va con ellos y respalda y avala cada una de sus acciones, para que se vea que ellos van de parte del Dios vivo, sin embargo, muchas veces pretendemos que Dios vaya con nosotros y avale lo que hacemos sin siquiera haber sido parte de nuestro plan y habiendo pasado mucho tiempo desde la última ocasión que visitamos la intimidad del Padre.
Por eso tampoco nos funciona cuando en desesperación y angustia pretendemos entrar a la presencia de Dios, primeramente porque olvidamos que Él es Dios y nos olvidamos de su majestad y la honra que merece, pretendemos entrare intempestivamente y haciendo énfasis en nuestro problema y nuestra angustia, y no en quien es Él, por tanto llevamos contaminación a su presencia con la cual Él no convive.
Recuerde que es mas importante lo que creamos que lo que veamos y si la Biblia promete que Él no nos dejará ser avergonzados (hay múltiples salmos que hablan de ello), entonces no habrá problema lo suficientemente grande o grave como para que no le demos prioridad a la majestad de Dios y pasemos tiempo con Él y no pasemos tiempo exaltando nuestros problemas delante de Él.
Esto que le cuento lo podemos ver en muchas ocasiones en la Biblia, pero una de las que más me impactan es el momento que Moisés se encuentra con Dios, que emocionante que Dios llama su atención y le recuerda que no puede entrar a su presencia con calzado, es decir, su vida cotidiana, su manera de vivir, sus problemas y sus preocupaciones no tienen lugar delante de la presencia de Dios, si damos a Dios su lugar como lo más importante, Él nos reconocerá a nosotros como su prioridad, como parte de su heredad y dejará que su Reino venga sobre nosotros donde nuestros problemas no solo se resolverán, sino el efecto del Todopoderoso se hará presente y dejará claro quien es el Dios de los Cielos.
Por tanto, puede usted decidir que tipo de respuestas puede esperar de parte de Dios, las que siempre ha recibido o bien, aquellas que la Biblia promete, la diferencia está en entender delante de quien vamos y en qué calidad vamos, si como aquellos que se empeñan en ver sus problemas más grandes que Dios mismo, o bien como aquellos que entienden que tienen que quitar su calzado, su manera de vivir, sus aflicciones, para dar prioridad al que es Santo para ser santos junto con Él.