Muchas personas empiezan a leer la palabra de Dios y fácilmente se desaniman y dejan de hacerlo con la excusa de que “no le entienden”, ya que comúnmente cometen 2 errores, el primero, el pretender encontrarse a sí mismas en los textos de la escritura o bien la solución inmediata a sus problemas, o bien la segunda, el pretender entender los secretos del universo y la revelación mayor desde la primer hojeada a un libro que contiene la vida.
La verdad es que la Biblia no habla acerca de nosotros, sino de Dios, por tanto cada vez que abrimos las escrituras, nuestra intención debe de ser el entender la intención de Dios detrás de cada historia y detrás de cada exhortación, y segundo, la Biblia no nos revelará nada mayor a menos que la dominemos, es decir, tenemos primero que leerla y creerla, y una vez que sepamos de qué es que se trata ese libro de vida y estemos convencidos de que cada cosa ahí escrita es 100% cierta, para que luego Dios nos empiece a revelar los secretos de su corazón y que vienen escritos entre lineas y delineados por las señales repetitivas descritas en la palabra.
Es por ello que cuando no leemos la palabra con la intención adecuada y no la conocemos, que nos confundimos al leer solo una fracción de ella, y corremos el riesgos de equivocarnos cuando pensamos que hacemos lo adecuado porque lo tomamos de la Biblia.
La cita de hoy es una de esas citas que por falta de el enfoque adecuado y el conocimiento necesario confunde a muchos, ya que muchas personas usan esta cita como excusa para no cumplir una ley que no conocen y que aun sin conocerla pareciera que les ata a una responsabilidad que tampoco conocen y se imaginan de una manera exagerada e inadecuada.
Para poder entender esta cita, debemos conocer la ley, pero sobre todo, debemos de entender el concepto de gracia, ya que gracia es algo que viene de Dios y significa todo menos salvoconducto o pase en blanco, la misericordia es el que recibamos aquello que no merecemos a causa de nuestro pecado, es decir, es el favor de Dios por la intención de cumplir su plan en nosotros a pesar de nuestra necedad.
Por tanto, no hay mucho que entender, sino mucho que creer, tenemos que creer que ahora vivimos bajo una gracia que nos hace acreedores a cosas que no merecemos, pero que de la misma manera, ahora como representantes e imitadores de Yeshúa (Jesús), tenemos la oportunidad de dar de gracia como hemos recibido de gracia, eso quiere decir, que podemos dar a otros lo que aun nosotros opinamos que no merecen, el perdón, la bondad, la mansedumbre, el dominio propio y todos los frutos del Espíritu Santo descritos en Gálatas 5:22 nos son naturales y somos funcionales en ellos sin distinción de personas, porque ya no los juzgamos de acuerdo a la ley, sino que operamos en ellos a favor de quienes nos rodean para manifestar la naturaleza de Dios en los demás y que a su vez se conviertan en imitadores de Cristo y dejen de ser simples creyentes.
Que asombroso es Dios!, quien nunca nos permitirá quedarnos en lo mediocre y mucho menos en la pereza, no es su naturaleza el zafarnos de una responsabilidad, sino que en cada cosa que hace, pone en nosotros un nuevo voto de confianza para que seamos cada día más como Él.
Por tanto, es nuestro deber el creer que la cita de hoy no está para eximirnos de la ley, sino para exhortarnos a vivir en gracia constante, a dar a pesar de que opinemos diferente y a expresar la naturaleza de Yeshúa en cuanta persona esté cerca de nosotros, sobre todo aquellos que opinamos que no lo merecen, para que así podamos morir a nosotros mismos y podamos ser como nos dice la Biblia “más que vencedores”.