En muchas ocasiones me maravillo de lo asombrosamente complicada que hacemos nuestra vida por el puro hecho de hacer las cosas a nuestra manera y a nuestro entendimiento y no simplemente como Dios nos lo propone para que vivamos una vida no menos que gloriosa, la mayor parte del tiempo simplemente sobrevivimos a las circunstancias debido a que tratamos de hacerlo todo por nuestros propios medios, siendo que sabemos perfectamente que todo lo que necesitamos es a Yeshúa (Jesús) para llevarlo a cabo.

Y es un hecho que en muchas ocasiones no hacemos uso o no echamos mano de los beneficios de la cruz, porque no los entendemos, pero nadie nos dijo que tenemos que entender ni a Dios ni a la Biblia, por el contrario, todo lo que tenemos que hacer es creer, y cuando creamos, es que nos será revelado lo que necesitemos para poder vivir esa vida gloriosa a la que todos aspiramos.

A diario luchamos con nuestro pecado y cometemos varios errores en ello, empezando por llamarlo “nuestro”, siendo q    ue no lo es, el pecado son actitudes y pensamientos ajenos a nosotros que nos atan a la tierra, pero al hacerlo nuestro, nos hacemos de la naturaleza de la tierra, quedando irremediablemente fundidos con ella, en el momento que entendamos al pecado como la actitud independiente que tomamos de Dios, en ese momento regresaremos a depender de Dios y a entendernos como ajenos al pecado.

El hecho de que sintamos ganas de pecar o que venga de dentro de nosotros, no significa que sea nuestro, quiere decir que le hemos dado entrada a nuestro corazón y que nos hemos alimentado de manera inadecuada, piénselo de esta manera, nuestro cuerpo toma los alimentos que nosotros le proporcionemos y los procesa para generar energía, pero cuando uno de esos alimentos no se encuentra en el estado correcto, no deja de procesarlo, pero si, al entenderlo como ajeno, trata a como dé lugar el expulsarlo y lo hace por medio de dolor y punzadas de manera que entendamos que no podemos darnos el lujo de volver a consumir ese tipo de alimento, ya que no nos hace bien, y que pasa? en muchas ocasiones, conscientes de que nos hará mal, aun así decidimos tomar esos alimentos sabiendo que la pasaremos mal.

Con el pecado no sucede distinto, y nos acostumbramos a vivir una mala vida, debido que sabemos que lo que planeamos no esta bien y decidimos hacerlo de toda manera y cada día más y más hacemos del pecado algo familiar al grado que la intención parece algo que viene de nuestro interior y lo hacemos de manera casi “natural”, siendo que no es así y jamás fue planeado de esa manera.

La cita de hoy nos enseña, nos revela y nos recuerda que solo por el hecho de que Yeshúa (Jesús) se entregó a la cruz por nosotros, ya tenemos la victoria sobre todo pecado, desde la mentira, la infidelidad, la droga o cualquier cosa ajena a nosotros, pues su muerte no solo nos garantiza el perdón, sino que nos regresa nuestra identidad a la imagen y semejanza de Dios, y si Dios es fuerte y poderoso, nosotros lo seremos por medio de Él, cómo?, que importa como!, lo importante es que lo creamos y que por ello empecemos a funcionar como Dios tuvo intención y lo planeó desde un principio, debemos de dejar de enredarnos en los comos, para enfocarnos en los qués.

Cuando creemos la palabra, la adoptamos en nosotros, cuando creemos, regresamos a la inocencia de la que Dios nos habla, alguna vez ha visto a un niño preguntarle a un adulto el como le va a hacer para comprarle el juguete que le prometió?, claro que no!, el solo confía y disfruta el hecho de que se lo darán, eso es todo, de la misma manera sucede con la cita de hoy, dejemos de preocuparnos de cómo es que venceremos al pecado, pero disfrutemos la promesa de la victoria en Yeshúa (Jesús), creyendo que pagó todo por nosotros y se dio para que no volviésemos a batallar nunca con un pecado que declaremos nuestro y que es contrario a nuestra naturaleza.

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