No hay internet!, que frase tan más estresante, lo ha pensado?, vivimos en un mundo conectado, donde casi todo lo que hacemos (obvio no puedo generalizar), depende de esa conexión invisible que nos puede llevar a casi cualquier lugar o nos accesa a todo tipo de información y personas.
A veces me cuesta trabajo pensar en esos tiempos donde el internet no existía, que tanto hacíamos?
Es cierto que el internet nos ha aislado del contacto físico con muchas personas, pero a la vez nos conecta con muchas más, es decir, no podemos satanizarlo, ya que somos altamente productivos por medio de el y podemos solidificar las relaciones con aquellos a quienes no vemos a diario y si, podemos perdernos de nuestro entorno inmediato a causa de el.
Pero por mucho que hablemos a favor o en contra de el, cada día lo usamos más y cada vez el hombre le encuentra más y más usos, es increíble todo lo que se logra por medio de el, pero lo más asombroso es que se ha convertido en una de nuestras prioridades, es decir, cuando llegamos a algún lugar lo primero que preguntamos es “tienes internet?” ó “me prestas tu clave de internet?”, le ha pasado?
El internet es aquello que nos conecta con el mundo y nos da acceso a hacer todo tipo de transacciones, información y personas en cualquier lugar prácticamente gratis, si lo pensamos bien, casi el 80% de los negocios exitosos del mundo no lo serían sin el famoso internet.
Pero mucho, mucho, mucho antes de que el internet se inventara, Dios ya había puesto algo, o más bien a alguien mucho más poderoso que el internet que nos permite ir a todos lados, que nos conecta con otras personas, que nos lleva a alcanzar a muchos más y que no nos aísla de aquellos que están a nuestro alcance inmediato, ese alguien es el Espíritu Santo.
A partir del libro de los Hechos en el nuevo testamento, la Biblia nos narra, como los hombres se conectaron al Espíritu Santo y como por medio de Él, llegaron a lugares que nunca antes habían llegado y como por medio de Él supieron cosas que antes era reservado para solo unos cuantos y como por medio de Él podían hacer cosas poderosas, que nunca nadie había hecho previamente y que superaban las obras de Yeshúa (Jesús) tal como Él lo prometio y tal como el internet, nadie lo puede ver, pero nos conecta con una dimensión superior.
El detalle es que no vivimos dependientes de este Espíritu Santo, a pesar de que es gratuito para nosotros, aunque Yeshúa (Jesús) pago un precio muy alto por el, no le tomamos en cuenta y pareciera que preferimos el internet que funcionar de manera asombrosa y poderosa.
El Espíritu Santo no requiere de contraseña, está en todos lados y no requiere de rituales especiales ni requisitos raros, todo lo que necesita es un corazón dispuesto a funcionar como Yeshúa (Jesús) y ha dejarse usar, y listo.
Imagine que un día sucediera que el Espíritu Santo no estuviera ahí como promete, cree usted que hubiera personas que gritaran “no hay Espíritu Santo!!” y que de repente nos diéramos cuenta de todo para lo que dependemos de Él y que no hubiera manera de hacerlo regresar, que de pronto dependiéramos de nuevo de nuestras obras y de la ley para poder ser bendecidos!, o siquiera objeto de la misericordia de Dios.
El solo pensarlo me pone los pelos de punta, afortunadamente Dios es fiel a su palabra y nos promete que Él siempre estará ahí con nosotros y nos tendrá “conectados» si vivimos siempre como parte del Reino y no como parte de la tierra.
En otras palabras, el wi-fi del Espíritu Santo nos conecta primeramente con nuestra identidad, como parte del Reino de los Cielos que habita como forastero en la tierra y nos recuerda y nos habilita para accesar las cosas y los efectos del Reino aun viviendo en la tierra.
Por tanto, es nuestro deber el mantenernos conectados, para que podamos vivir una vida gloriosa y no sobrevivir como muchos acostumbran a raíz de no estar debidamente conectados.