Una de las cosas que más me gustan y más me sorprenden de Dios es su congruencia, quiero entender que precisamente por eso lo hizo todo por medio de su palabra, para primero tener que decirlo y luego tener que avalarlo con sus hechos, ya que la intención de su corazón es siempre la misma.
Cuando pienso en la congruencia, a veces me siento un poco frustrado, ya que todos en algún momento de nuestras vidas o bien bastante seguido tratamos de hacer las cosas a nuestro modo y no al modo de Dios, sin darnos cuenta que en la mayoría de las ocasiones eso va en contra de nosotros mismos y de aquello que Dios quiere hacer en nosotros, y a pesar de decir que creemos en Dios y le amamos, actuamos de manera totalmente contraria y con el total desconocimiento de su voluntad, en otras palabras totalmente incongruentes.
Jesús lo dijo “aquel que me ama, obedece mis mandamientos”, pero ese amor extraño que nosotros practicamos con Él, es muy distinto a lo que Él dijo y lo dijo sabiendo que no lo amamos adecuadamente.
Cosa interesante es cuando hacemos las cosas a nuestro modo, la primer señal para saber que es de esa manera, es el que nos apartamos de los demás, porque creemos que así será mejor, y sin tomar en cuenta que es lo que Dios dice al respecto.
Bien lo dice la Biblia “por nuestros frutos seremos reconocidos” y sabe, no hay manera de darle vuelta a esa situación, de acuerdo a lo que hagamos serán nuestros frutos y curiosamente los frutos que damos no son para consumo propio, sino para beneficio de los demás, por tanto el estar “bien» con Dios es benéfico para los demás y nos pondrá siempre en una situación de comunidad y nunca en el aislamiento, en la soledad o en algo exclusivo ni específico para nosotros, el Reino de los Cielos no funciona de esa manera.
Por tanto tenemos que entender que la fe nos trae unidad, pero no solo física, sino en todo espiritual e incluso de pensamiento, ya que muchas personas tienen la errónea idea de que la Biblia se interpreta de maneras distintas, pero en realidad, la Biblia no es para interpretarla, sino para creerla, quien piensa de esa manera, trata de acoplar lo escrito a sus situaciones personales y hacer a Dios a su modo, en vez de hacerse a sí mismas a su estado original a la imagen y semejanza de Dios.
Por tanto en Cristo es nuestro deber el encontrar en donde convergemos con las personas y no donde nos diferenciamos, es cierto que en muchas ocasiones las personas que se dicen “cercanas a Dios” señalan y condenan a otras por sus actitudes y su pecado, pero la razón no es porque están cercanas a Dios sino porque tienen puestos sus ojos en el pecado y no en Dios, si los tuvieran puestos en Dios, verían todo lo que Dios hace en las personas a su alrededor todo el tiempo y las alentarían a seguir adelante y perseverando.
La cita de hoy es un recordatorio importante, nos alienta a no perder de vista la meta, ya que el mejor reflejo de que Dios habita en nuestro corazón es el que las personas se nos sumen y se nos unan, que nos sigan y que nos imiten, así como hizo Jesús cuando habitó entre nosotros.