Mi tío suele decir: «todas las personas quieren llegar al cielo, pero ninguna se quiere morir», recuerdo que la primera vez que lo escuche me causo mucha gracia, pero esa sonrisa enmudeció por completo cuando reflexione y me di cuenta que estaba dentro de ese grupo de «todas las personas» y la razón es muy sencilla.

Las personas no se quieren morir, ya que no están seguras de lo que habrá ahí a donde irán una vez que mueran y además siempre queda esa incertidumbre de si somos aceptos delante de Dios, es demasiada presión como para soportarla en un momento.

Hay quienes piensan que en «el cielo» nos reencontraremos con aquellos a quienes amamos en este mundo y seremos felices con ellos, pero en realidad nadie sabe que haremos una vez que los encontremos y si es que los encontramos!.

A mi me emociona el hecho de pensar que es lo que encontrare el día que llegue al cielo, y no porque encuentre a mi padre a quien no dejo de extrañar a pesar de los muchos años de su partida, ni a amigos que partieron antes, sino que podré descubrir realmente cuanto del poder de Dios que me fue prometido para esta tierra use, hasta donde fui capaz de explotar el potencial que Dios puso en mi, y cuando cumplí ese propósito para el cual fui creado.

De hecho, considero y entiendo que una vez que este en presencia de Dios, hare uso aun mas de ese poder que Dios pone en mi, ya que lo que tenemos aquí en la tierra no es otra cosa mas que un campo de entrenamiento para lo que pasaremos por la eternidad, y eso me lo recordó la cita de hoy.

Esta cita habla acerca de el pueblo de Israel quien ya había entrado a la tierra prometida donde «fluye leche y miel», pero Dios no había diseñado a un pueblo vencedor y conquistador para que habitara en un territorio donde simplemente las cosas fueran fáciles, por el contrario, los saco de esclavitud y los convirtió en conquistadores, y no creo que hubiera motivo para no continuar capacitando a estos hombres y mujeres para que no solo tomaran la tierra que les fue prometida y habitaran cómodamente en ella, sino que ensancharan ese territorio y llevaran la luz del Padre a todo rincón.

Cuando Jesús decidió entregarse en la cruz, venció a Satanás, y le arrebato su vida y la MIA, pero no nos hizo libres para que simplemente pasáramos la vida con tranquilidad, por el contrario, nos llenara de emociones fuertes, posiblemente grandes batallas, pero siempre con la historia garantizada, por la yaga de Cristo.
Así lo hizo con el pueblo de Israel, dejo pueblos enemigos dentro del territorio para que les sirvieran de entrenamiento, y que no bajaran la guardia.

Hay personas que equivocadamente piensan que por el hecho de acercarse a Dios no tendrán problemas, cuando es todo lo contrario, una vez que decidimos seguir a Dios, tendremos garantizados muchos problemas, muchas batallas, pero sobre todo muchas victorias, ya que estamos en el campo de entrenamiento de nuestra vida eterna, en donde haremos uso del poder de Dios de manera constante.

De manera que si por alguna razón usted se encuentra en una situación difícil, o ha orado por años por algo que no llega, lo primero que tiene que hacer es librarse de toda aflicción y entender que la batalla ya fue ganada en la cruz, pero Dios decidió dejar un par de maestros que nos enseñaran cosas nuevas y esenciales para poder vivir con victoria en aquel lugar donde estaremos por la eternidad.

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