Hace unos días platicaba con un amigo de lo ilógico e irracionales que nos convertimos las personas cuando tratamos de hacer algo para con Dios o necesitamos que Dios intervenga en ese asunto en especifico, normalmente cuando hacemos algo en casa o en nuestro trabajo, primero lo pensamos, lo planeamos, lo ponemos en blanco y negro, lo llevamos a evaluación, hacemos incluso una ruta critica de los posibles pasos a seguir y después lo llevamos a cabo, o al menos le puedo decir que el 99% de las personas exitosas así llevan a cabo sus decisiones y proyectos exitosos, el 1% faltante, en lo personal se lo atribuyo a la casualidad.
Lo interesante es que cuando hacemos o queremos hacer algo para con Dios o queremos que Dios intervenga, lo hacemos completamente distinto simplemente lo hacemos sin siquiera pensarlo, planearlo, menos que alguien nos ayude a validar los puntos antes de empezarlo a hacer, simplemente lo hacemos y confiamos en que Dios intervendrá por el puro hecho de que nos ama y de las muchas veces que le invocamos para que lo haga.
La Biblia nos enseña que Dios es un Dios de orden, es decir, que le gustan las cosas bien hechas, no improvisadas (de la improvisación se encarga el Espíritu Santo), pero muchas cosas las cosas que hacemos para Dios no tienen este orden que el pide y son improvisadas porque simplemente lo hicimos y ya.
La cita de hoy nos habla del pensamiento, nos dice que los que no piensan lo correcto tienen el riesgo de errar o fracasar, lo que me lleva a lo siguiente, el pensar en algo incluso para ir a la presencia de Dios, tiene su principio en un la mente y una de las cosas que hacemos es que aun cuando vamos delante de Dios, incluso cuando vamos y nos arrodillamos delante de El, nuestra mente esta en otro lado pero no con Dios, estamos pensando en lo que queremos que El haga, pero no esta con El, mas aun así queremos que nos bendiga, es mas!, incluso nos atrevemos a orar con frases como «Padre, tu que todo lo puedes…» y en nuestra mente estamos pensando en lo imposible que es que suceda y nos queremos consolar con pensar que «pusimos en manos de Dios nuestro asunto».
No podemos poner en manos de Dios nuestros asunto pensando que es algo imposible y luego queremos que Dios nos trate de convencer de lo contrario al momento de hacerlo, simplemente no funciona de esa manera y le voy a poner un ejemplo
Hay muchas personas que afirman que Dios les puede hablar, pero en su mente no conciben como seria eso, pero aun así afirman que Dios les puede hablar y muchos incluso sospechan que así es, pero no están seguros, de manera que piensan que solo sucede en ocasiones especiales, yo por lo general les digo lo contrario, Dios nos habla todo el tiempo y mis interlocutores terminan diciéndome, «entonces, como es que Dios te puede hablar», a lo que siempre respondo, para poder entender que Dios nos puede hablar, primero tengo que ver como es que les hablo a otros, para eso esta la Biblia llena de asombrosos ejemplos y luego cambio mi pensamiento, lo único que no hago es pedirle a Dios «háblame» pensando en que no se como me hablaría, no se si aclaro el punto, no porque no entienda como me va a hablar, no quiere decir que no lo vaya a hacer, tenemos que cambiar nuestro pensamiento, ya que sin ello no podremos tener fe.
Mi invitación el día de hoy no es a que se convierta en una persona espiritual que este llena de señales de la voz de Dios en su vida, pero si a que cambie su manera de pensar, que sus pensamientos reflejen hacia adentro lo que sus palabras dicen hacia afuera, de manera que alcance la misericordia y la verdad de Dios como lo promete la cita del día de hoy.