Es interesante que siempre caminamos por la vida pensando que Dios no solo nos ama, sino que cuida de nuestros intereses, incluso hay personas que piensan que Dios actúa tras bambalinas todo el tiempo para bendecirnos, como si tuviese la necesidad de agradarnos y está buscando todo el tiempo hacernos “bien” aunque no lo entendamos.
La verdad dista mucho de eso, es por eso que Dios ejemplifica todo el tiempo su relación con nosotros a lo largo de la Biblia, nos llama ovejas y se dice nuestro pastor, nos llama barro y se dice nuestro alfarero, nos llama hijos, y se llama nuestro padre ó bien nos llama herederos y nos llama nuestro heredador, nos llama pecadores y se llama a sí mismo nuestro Salvador y con ello está tratando de desarrollar una relación consciente y una relación dinámica entre él y nosotros en el cual trata de hacernos entender no solo lo mucho que nos ama, sino la necesidad que tiene de que adoptemos el papel que nos corresponde en su Reino, de manera que le podamos representar dignamente y que podamos expresar su gloria, para establecer su Reino.
Es decir, su intención va mucho pero mucho más allá de bendecirnos, por eso es que nos dice en el versículo treinta y tres, del capítulo seis del evangelio de Mateo, que si nosotros nos enfocamos en su Reino y su justicia (cumplimiento de su palabra) todo lo que pidamos y todo lo que necesitemos nos será dado por añadidura, ya que es una garantía para aquellos que han decidido cumplir con su papel, lo nota?, no es que nos quiera bendecir, es que la bendición es parte de nuestra manera de vivir, si es que decidimos adoptarla.
El detalle es que Dios es un verdadero caballero, no nos usará a menos que confesemos de nuestro corazón que queremos que lo haga y dicho sea de paso, tampoco nos bendecirá, a menos que de manera específica le demos autorización, por tal no existe ese famoso “Dios por algo hace las cosas”, sino existen as promesas específicas y los requisitos de las mismas, que no son más que condiciones a nuestro propio favor.
Dios no hace intercambios, Dios no necesita que nos “portemos bien” para que nos pueda bendecir, olvidamos que él ya lo hizo y ya lo dio todo y no hay nada que nosotros podamos hacer por agradarle, lo único que necesitamos es que le permitamos trabajar en nosotros para que pueda él posteriormente usarnos, cuando sea así, seremos imparables como él es imparable y entraremos en la inercia y la dinámica del Reino de los Cielos, el cual no es un lugar y tampoco es un estilo de vida, es una dimensión de consciencia en la que Dios habita de manera regular y nos invita a vivir desde esta vida y no a partir del día que muramos como muchos aseguran ó imaginan.
Es ahí donde citas como la de hoy empiezan a cobrar sentido, cuando Dios a pesar de haberlo hecho todo (al momento de escribirlo Isaías no había sido consumado), aún anda a la búsqueda de a quien enviar a hacer su voluntad y es aquí nuestra oportunidad, no de decir que podemos ó que somos capaces, sino que estamos dispuestos a ser parte de algo más grande que nosotros mismos y a vivir en la dimensión de lo especial y lo sobrenatural del habitáculo de Dios.
De manera que está de pensarse lo que Dios habla por medio de Isaías el día de hoy, pues no es algo que podamos ó debamos tomar a la ligera, que sin embargo es una gran oportunidad de dejar de vivir como el promedio y nos hagamos únicos a los ojos de Dios y del mundo para cumplir su papel, todo lo que necesitamos es un “heme aquí, envíame a mi”, como ve?