Le voy a ser honesto, el meternos con Dios es una de las aventuras más emocionantes que podemos emprender, el detalle es que aceptemos involucrarnos con Dios como él pretende que lo hagamos y no solo que lo hagamos a nuestra propia manera, pues corremos el riesgo de perdernos las mejores partes de su amor y las cosas que quiere hacer en nosotros, por medio de nosotros y finalmente para nosotros.

Como usted lo sabe, existen muchas versiones de la Biblia, pero una en especial la Traducción Reina Valera 1960 es una de mis favoritas y una de las razones, es porque en las citas que son realmente trascendentales, las que describen nuestra relación con Dios, esas empiezan (en esta versión) con la palabra “bienaventurados”, es decir, empiezan con la invitación a vivir episodios de buenas aventuras, emocionantes, de gran derroche de adrenalina a aquel que se atreve a cumplir lo que esa cita dice.

Dios no solo pretende bendecirnos y agradarnos con lo que nos dé, como muchos piensan, Dios en realidad pretende ser íntimo en muchas dimensiones con nosotros, pretende ser nuestro cómplice, mostrarnos cosas que a nadie más muestra y una de las cosas que más me emocionan en lo personal, mostrarnos el futuro, para que le creamos y aprendamos a depender de él.

Dios no pretende tener una relación de Dios grande y lejano con el creyente pequeño y necesitado, todo lo contrario, si fuese así, nunca hubiera enviado a su hijo a habitar entre nosotros y a tener relaciones tales como confiesa la Biblia, en la que uno de sus discípulos incluso mojaba su pan en el plato de Yeshúa (Jesús), no lo cree?

Todo esto se lo cuento, porque hay citas que cuando las leo, le prometo que me falta el aire de la emoción que siento, simplemente no doy crédito al ver las cosas que Dios pretender que experimentemos con él, como la cita de hoy donde pretende no solo ser nuestro Dios, nuestro amigo, sino que pretende 2 cosas de gran trascendencia, primeramente ser nuestro amante y segundo pretende que seamos suyos desde el aspecto más íntimo que existe, es decir desde el punto que renunciemos a nuestra propia identidad y a nuestro propio pensamiento y nos fusionemos con él.

Creo que a la mayoría de las personas les hace falta entender el amor de Dios como realmente es, porque muchos creen que Dios solo quiere hacer cosas “lindas por ellas” y que quiere que nos portemos bien, pero no, Dios pretende llevarnos a sus cámaras secretas, impregnarnos de quien él es y tener una relación con cada uno de nosotros como no la tiene con nadie más en el universo, pretende hacernos sentir únicos y amados como a nadie más se ama y sabe, sólo él tiene la capacidad de eso, pero a veces pareciera que no lo queremos ver, lo ha pensado.

Es por eso que insisto tanto a las personas que les es necesario, por no decir vital el atreverse a pasar tiempo en silencio en la presencia de Dios, es decir, que se atrevan a poner atención a las cosas increíbles que Dios tiene que decirnos y que por nuestra distracción ó nuestro enfoque en las cosas que no son importantes nos perdemos por no poner atención a las cosas que él pretende que pongamos.

Me encanta tener intimidad con Dios, me encanta salir de con él y no solo saber que todo lo puedo en él, sino que después de haber pasado un tiempo con él, después de haberme impregnado de su perfume que me acompaña, después de saber que en realidad nada importa más allá del anhelo de regresar a su presencia, saber que él lo dio todo por estar conmigo en ese momento y que no importa que yo sea suyo, sino que él es mío y está ahí por mi, para mi y siempre conmigo.

Creo que es el tiempo de dejar de lado su idea religiosa de quien es Dios y se atreva a ir preparado a le intimidad del Dios que pretende que le hagamos nuestro, pero que anhela con toda la fuerza de la creación y el universo que seamos de él, se atreve?

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