El salir heridos en una relación es una de las cosas más fáciles que existen, de hecho es algo que sucede todo el tiempo y creo que hoy en día más aún, pues a pesar de que tenemos más maneras de comunicarnos que antes, es cada vez menos que lo hacemos y su me lo permite, se lo voy a explicar.

El problema de la mayoría de las relaciones radica en el hecho de que las personas se atreven a empezar todo tipo de relaciones, ya sea amistades, emocionales e incluso laborales y llegan a ellas llenas de expectativas, las cuales no han comunicado y empiezan a desilusionarse día a día conforme transcurre su relación pues esas expectativas no comunicadas no se cumplen y van creando un vacío hasta que se llega a un rompimiento.

También sucede igual en la otra dirección, muchas personas abortan sus relaciones porque empiezan a sentir una cierta presión por su contraparte e incluso llegan a notar un cambio en el comportamiento de su corresponsal al ver que empieza a demandar cosas que pareciera que le son por derecho por el hecho de tener una relación, siendo que en realidad nunca nos enteramos de lo que la otra persona esperaba de nosotros.

Y lo más interesante es que pretendemos relacionarnos con Dios como nos relacionamos con las personas y llegamos incluso al punto donde Dios quien lo dio todo por nosotros, nos rompe el corazón al estar en una relación con nosotros en la que nunca le dimos una oportunidad real de participar, lo ha pensado?

Muchas personas suelen ir a la iglesia con acercarse a Dios y no se dan cuenta que la iglesia es un estilo de vida que viene como consecuencia de nuestra cercanía con Dios, muchas otras personas pretenden tener una relación con Dios “a su propia manera”, pues tienen miedo que les impongan acciones, costumbres ó actos que pudieran parecer religiosos, entre ellos el leer la Biblia y muchas personas dejan de relacionarse con Dios pues esas cosas que esperaban que sucedieran no suceden, sin siquiera entender si eran ó no posibles ó si fuera algo que Dios estuviera dispuesto a hacer.

Curiosamente solemos tener una relación unilateral con un Dios que pretende tener una relación íntima con nosotros, nos aventuramos a tener una relación en episodios con un Dios que pretende que nos entreguemos plenamente a Él así como Él se ha entregado en su totalidad a nosotros, el problema es que no solemos entender la entrega de Dios hacia nosotros porque no le conocemos.

Es por eso que Dios nos dejó su palabra y sus expectativas por escrito, para que le conozcamos y comencemos por tener una relación intelectual con él, basada en el conocimiento de quien él es, para que posteriormente y conforme vamos cediendo ante sus amoríos descritos en su palabra, podamos ir entregándonos y empecemos a tener una relación espiritual por medio de la revelación de las cosas que él necesita sembrar en nuestro corazón y en nuestra alma, hasta que seamos completamente de él y no solo él, sino también su Reino y sus efectos nos sean naturales y vivamos con plenitud nuestra relación, íntima y a la vez tangible con un Dios que otros no ven, pero que no podemos evitar experimentar.

Es un gran riesgo el pretender tener una relación emocional con Dios y más aún el hacerlo sin conocimiento de quien él es y lo que espera de nosotros, es por eso que el mismo Yeshúa (Jesús) nos lo recalcó al recordarnos el más importante de los mandamientos y si me lo permite le añadiré un par de notas con la intención de dejarlo lo más claro posible.

Amarás (solamente se ama a quien se conoce, el amor no es una emoción, es una decisión) al Señor tu Dios (es decir a quien nos gobierna, no solo quien nos puede dar cosas lindas) con todo tu corazón (no sé si lo note, empieza con un “con todo”, es decir completo, tu corazón, es decir lo más sagrado que tenemos), con toda tu alma (el alma contiene nuestras emociones y nuestros pensamientos), con toda tu mente (hace referencia a que debe de ser un amor basado en conocimiento de la palabra y con toca consciencia) y con todas tus fuerzas (esto quiere decir que no es algo que simplemente se dé, sino que requiere esfuerzo, constancia, intención y voluntad).

Si hacemos de esta manera en nuestra relación con Dios y por consecuencia con las demás personas, viviremos a prueba de engaños y desencantos, experimentaremos al Dios vivo del cual habla la Biblia y dejaremos de pensar que Dios “por algo” hace las cosas y viviremos con plenitud con un corazón sano y libre de heridas.

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