Es interesante pensar que a todo le queremos poner medida y hemos tomado el “mucho” como una medida buena, pues siempre que tengamos mucho de algo, siempre estaremos bien, pero eso solo nos limita a los asuntos de la tierra, pues mucho a veces no tiene sentido, cuando en realidad lo que necesitamos es “profundo” en vez de mucho.

Muchas personas le sacan la vuelta al hecho de relacionarse con Dios pues por un lado su medida terrenal del “mucho” les hace sentirse mal y lejanos de un estándar inventado por ellas mismas donde juzgan por la cantidad de conocimiento y de tiempo que pasan con Dios les v a dar un lugar de privilegio, de hecho su medida inventada por ellas mismas, las hace compararse con otras personas al grado de decirles “tú que estás más cerca de Dios”.

Debemos de recordar que la medida de la tierra difiere por mucho de la medida del Reino de los Cielos, ya que en la tierra se tienen que hacer méritos y de cierta manera se tienen que intercambiar ciertos actos y ciertas actitudes a cambio de las cosas que se esperan, cuando en el Reino de los Cielos todo tiene que ver con el hecho de ser salvos y estar dispuestos a ser usados.

En otras palabras, cualquiera que tenga la capacidad y la intención auténtica de reconocer que no es capaz de ser “bueno” por sí mismo y que necesita de un salvador quien le rescate de su propia naturaleza y de su estilo de vida, ese, dice la Biblia que nacerá de nuevo y hará de Yeshúa (Jesús) su Señor y su Salvador y será limpio a causa de la sangre que fue derramada en la cruz y a partir de ese momento y cada día más capaz de expresar la identidad de Dios y de desatar el poder del Reino de los Cielos en todas y cada una de sus manifestaciones si decide escuchar a Dios y hacer como este le indique, pues le habrá sido dado un espíritu el cual tiene como único objetivo el expresar la naturaleza de Dios y su poder.

Pero he de confesarle que todo depende de lo que creamos, hay personas que aún habiendo confesado a Yeshúa (Jesús) como su Señor y su Salvador deciden aplicar su entendimiento terrenal y autodenominarse “bebés espirituales” con la intención de postergar los efectos de la naturaleza espiritual que les ha sido otorgada, y hacerse sabios en su propio entendimiento, pensando que tienen que pasar por largos y complejos procesos que ellos mismos no entienden, para poder ser usados como instrumentos.

Es decir se inventan medidas terrenales para los asuntos espirituales, pero ignoran a Dios, a su carácter y su intención, pretenden hacerse sabios pero se hacen necios por no querer ver ni entender su nueva y genial naturaleza.

Es por eso que citas como Proverbios 1:7 tienen tanta importancia, nos confiesan que el principio de la sabiduría es el temor a Dios, temor a Dios no significa otra cosa que conocer a Dios por medio de su palabra y de su verdad y creer más en lo que hemos leído acerca de Él que en lo que vemos, sentimos ó entendemos por nosotros mismos ó nuestra experiencia, de modo que confiemos en Él y le permitamos desatar su favor en nosotros.

Cuando aprendamos a confiar más en su palabra, sabremos diferenciar entre su voz (la de Dios) y nuestros pensamientos, de manera que el actuar a favor del Reino de los Cielos de la nada se convertirá en una de las cosas más lógicas y a su vez más sencillas del mundo, sin importar su complejidad ni su trascendencia.

Quienes se atreven a opinar acerca del Reino de los Cielos, el carácter de Dios ó las cosas que Dios hará ó no, basados en su propio entendimiento, tarde que temprano serán avergonzados y serán exhibidos como necios, pues están denigrando a Dios y su efecto a niveles terrenales, cuando Dios ha demostrado que todo lo creado está debajo de Él y que su única intención es llevarnos a su nivel y bendecirnos viéndonos como iguales cara a cara y a los ojos, mientras ellos pretenden hacer a un Dios perfecto, imperfecto y bajo como las cosas que ven y que conocen, en otras palabras son necios a causa de su desconocimiento.

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