En muchas ocasiones sucede que nos enfrentamos a nuestro pecado, a nuestra errónea manera de vivir y a nuestras debilidades y ante el ver que no tenemos la capacidad ó bien la voluntad de cambiar esa situación, simplemente decidimos flaquear y justificar esa manera de vivir, ante compararnos con los demás, inventarnos a nosotros mismos que somos aceptos delante de Dios porque Dios “nos ama a todos” ó bien porque hemos decidido conformarnos con lo que somos y ser felices, aunque no seamos prefectos.
Sé que parece un poco extremo el poner las cosas de esta manera, pero si lo piensa detenidamente, el párrafo anterior resume muy bien la línea de pensamiento de muchos ante su no entendimiento de cómo cambiar su manera de vivir ó el no poder ir más allá de lo que siente.
Ese no entender cómo cambiar su manera de vivir, es el paso entre lo que es una vida en lo natural y una vida espiritual, pues es el Espíritu de Dios quien nos capacita para hacer esas cosas que la misma Biblia describe como “más allá de todo entendimiento”, ojo, no solo nuestro entendimiento, sino todo entendimiento y es eso a lo que debemos de aspirar.
Es interesante, pues en lo natural no solemos aceptar nada que no entendamos, pero la Biblia no nos pide entender lo que en ella está contenido, sino nos pide creer lo que en ella dice y aferrarnos a ello, de manera que podamos aspirar a lo que es imposible y que cuando sea hecho, no nos jactemos de que fuimos nosotros quienes lo hicimos, sino que podamos dar crédito y con ello gloria a Dios sobre aquello que fue más allá de nuestro entendimiento, que ahora es natural en nosotros pero que no podríamos replicar desde nuestra inteligencia.
Es también por eso que debemos de tener cuidado cuando hablamos de ser espirituales, pues para muchos lo espiritual tiene que ver con algo que “se siente bien”, sin embargo, la Biblia nos enseña que el que es espiritual es aquel que obedece al Espíritu de Dios, y hace cosas de acuerdo al Espíritu y no de acuerdo a su emoción, y es por eso que hay citas tan importantes como la contenida en 2 Timoteo 1:7 que reza: Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (versión Reina Valera 1960).
Si leemos detenidamente, encontraremos que Dios nos da un espíritu de amor, de poder y de dominio propio, es decir, es Él quien pone en nosotros una capacidad sobrenatural de amar a los demás como Él los ama y que o hace como está contenido en 1 Corintios 13, que ese mismo espíritu nos llena de poder para hacer cosas que no hacemos normalmente y por último nos da un dominio propio, para hacer las cosas que son correctas según el Espíritu de Dios, aún cuando vayan en contra de lo que pensamos, de lo que entendemos y de lo que sentimos, pero que tiene que ver con lo eterno y no solo con lo que vivimos en el momento, lo ha pensado?
Es cuando decidimos creerle a Dios lo que nos ha dejado por escrito en citas como la de hoy, que entramos en la dimensión de lo eternos y de lo espiritual, cuando el pecado (nuestra manera independiente de Dios de pensar) deja de tener poder en nosotros y cuando cada cosa que hacemos, deja de ser circunstancial, pasajera y temporal y empezamos a hacer cosas con propósitos trascendentes y con resultados que no son pasajeros sino que se convierten en parte de nuestro ADN y nuestra manera de vivir.
En otras palabras, no hay manera de combatir el pecado a menos que lo hagamos por medio del Espíritu de Dios y tiene que ver completamente con el hecho de que creamos en lo que Dios nos ha dejado por escrito y la única verdadera manera de vencer al pecado es por medio de la sangre de Yeshúa (Jesús) la cual no podremos asimilar más que por medio del Espíritu de Dios pues es el único que nos regresa a nuestra naturaleza a la imagen y a la semejanza de Dios como fuimos creados desde un inicio y con la intención de la eternidad, cómo ve?