Se pudiera usted imaginar que llegase el día en el que le sobren las bendiciones y que incluso le sean incómodas?, esto pareciera imposible para la mayoría las personas, pues lejos de que les sobren las bendiciones, el general va mucho más inclinado hacia el lado de necesitar desesperadamente una respuesta de parte de Dios y el necesitar de su favor constantemente.

Lo interesante es darnos cuenta que si existe tal condición de abundancia de bendición al grado que estorban y no es que las bendiciones pudieran llegar a ser desagradables, todo lo contrario, pero si podemos llegar al punto donde nuestra oración se trate solamente de nosotros y empecemos a preocuparnos por nuestro propósito y el trascender de lo efímero a lo eterno, de acuerdo a nuestra naturaleza (a la imagen y semejanza de Dios).

Note cómo la cita de hoy describe el momento donde Abraham deja de ver los beneficios que recibe de parte de Dios y reclama un heredero, reclama el poder dejar la sucesión de aquello que recibe no solo a su hijo, sino a todas las generaciones que vienen detrás de Él, para qué tener riquezas si no se trasciende?

Cuando hablamos de fe, tenemos el privilegio de depositar en nuestros hijos nuestras herencias espirituales, es decir y de acuerdo a las promesas de Éxodo 20, los beneficios de quienes aman y obedecen a Dios trascienden hasta mil generaciones!, es decir, somos responsables del bienestar de todas las generaciones que vienen detrás nuestro ó bien de su desamparo, pues todo aquello que hagamos fuera de la mano y el alcance de Dios, trascenderá hasta la 3ra y 4ta generación, eso quiere decir, malos hábitos, enfermedades, condición económica y moral.

Por tanto es importante que meditemos en ello, se ha puesto a pensar que por no conocer la palabra de Dios no solo nos estamos perdiendo del beneficio del Reino de los Cielos, sino que estamos privando a nuestros hijos tanto carnales como espirituales de una mejor vida que la nuestra llena de beneficios y con el riesgo de heredarles las maldiciones causadas por nuestra desobediencia e ignorancia.

De modo, que podemos entender que uno de los detonadores de la bendición es el pensar más allá de nosotros mismos y empezar a orar generacionalmente, con la intención de no solo recibir, sino ser nosotros quienes dejemos herencia a las siguientes generaciones, de hecho, esa era la mentalidad de Abraham, él no solo quería un hijo, sino tenía hambre de trascender, tenía muchas más ganas de dar que recibir y eso era lo que hacía que el favor de Dios estuviera de constante en su vida, al punto que se convirtió en el hombre más rico sobre la tierra, pues su corazón estaba perfectamente alineado con el de Dios.

De modo que si usted está esperando que el favor de Dios se desate en usted y no ve cómo lograr que la bendición empiece a fluir, haga la misma oración que Abraham, reconozca que todo lo que Dios puede darle es más que lo que necesita, pero que no tiene sentido a menos que tenga herederos en quienes depositar lo que reciba y en quienes multiplicar el favor y el conocimiento de Dios.

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