Muchas veces, las personas flaquean en su fe, pues pretenden pasar de una vida llena de pecado a una vida llena de favor de parte de Dios y pretenden que las cosas malas, desagradables y difíciles desaparezcan como si nunca hubieran sucedido, y de pronto se ven envueltas en esa vida difícil y de pecado de nuevo y no saben cómo salir.
Es obvio que Dios quiere bendecirnos y que Dios anhela cosas buenas y agradables para nosotros, pero sobre todo anhela que todo lo que haga en nosotros sea permanente y no temporal y es ahí en donde Dios difiere en su opinión con nosotros.
Lamentablemente solemos tener una visión muy a corto plazo con respecto a los asuntos de nuestra fe, siempre vemos hacia el hoy, hacia lo inmediato y hacia lo que necesitamos, sentimos y queremos en el momento, pero pocas veces vemos más allá de eso y cuando mucho soñamos a futuro pero sin fundamento.
Lo ha pensado?, pocas personas se visualizan a sí mismas sirviendo a Dios y a los demás a largo plazo, más muchas sueñan con dinero, abundancia y ser libres de responsabilidades, a veces pareciera que el verse a sí mismas como hijos de Dios a largo plazo les causara algún tipo de atadura ó carga.
Existe un paso intermedio entre la vida de pecado y la vida en Cristo, y pocos lo consideran, pues poco se habla de ello en las iglesias y poco se tiene consciencia al respecto.
Para muchas personas eso es como pasar por un “proceso”, pues lo visualizan como un tiempo en el que Dios las tuviera que convencer de una vida a la que se resisten y de terminar de ceder ante algo que no quieren, pero que intuyen que en el fondo es “bueno” para ellas, pero sabe, Dios no es un Dios de procesos, Dios es un Dios de transformación por medio de la revelación, es decir, Dios nos va a transformar por medio de exponernos a su verdad y de modo que esta se manifieste en nosotros.
Entendámoslo de esta manera, quienes piensan en proceso, de alguna manera piensan en atarse a una vida que no les agrada del todo, sin embargo la Biblia nos dice que habremos de conocer la verdad y esta nos hará libres (Juan 8:32), de modo que si nos permitimos que Dios nos exponga a su verdad, no solo cambiará nuestra manera de actuar, sino previamente cambiará nuestra manera de pensar (Efesios 4:23) y caminaremos con libertar en una nueva y mejor manera de vivir, no porque nos convirtamos en alguien diferente, sino porque caminaremos con propósito y hacia un rumbo definido y constante.
Lo nota?, no es que de pronto dejemos de hacer todo lo malo y como por arte de magia todo sea bueno, no, sino que dejaremos de ver el hoy y el ahora y la verdad de Dios nos permitirá aspirar a la eternidad y visualizarla y también el caminar de manera constante y a un rumbo fijo que es la perfección de Yeshúa (Jesús).
Es decir, los que nos decimos cristianos porque seguimos a Cristo, no somos transformados en personas perfectas de la noche a la mañana, sino que somos expuestos a una verdad que nos permite caminar con un rumbo y un objetivo constante, y en ese caminar, seremos perfeccionados, no para juzgar al mundo y decirles en qué están mal a los demás, sino para que el mundo se beneficie de la verdad puesta en nosotros.