En muchas ocasiones olvidamos que las cosas del Reino de los Cielos no tienen nada que ver con las cosas de la tierra, sin embargo queremos resolver nuestros asuntos espirituales de manera terrenal ó natural (como prefiera usted decirle).
En ese orden terrenal está el hecho de que somos llamados «malos» porque pecamos, pero en realidad todo lo que sucede es que nuestra consciencia nos acusa todo el tiempo y nos mantiene bajo una constante carga de culpa y de malestar que nos inhibe de actuar de acuerdo a la famosa «voluntad de Dios»
Por tal hemos aprendido de manera errónea que debemos de dejar de pecar, para luego entrar en un estado por así llamarlo «neutral» para de ahí «aprender» el hacer las cosas «buenas» que Dios «pretende» que hagamos.
Disculpe el constante uso de las comillas, pero cada palabra que pongo entre ellas, es una palabra en la que corremos el riesgo de tener un mal entendimiento ó un concepto equivocado acerca de ella y por ello nos es necesario detenernos y meditar acerca de nuestro entendimiento de cada una de ellas, para corroborar si tenemos un fundamento bíblico para el concepto de esa palabra ó solamente aquel que «alguien» nos dijo y sembró en nuestro entendimiento de las cosas santas de Dios.
De modo que cuando nos atrevemos a hacer las cosas al modo de Dios, nos daremos cuenta que no hay tal cosa como «dejar de pecar», para entrar en un estado «neutral», para luego empezar a «aprender», ya que la vida es tan rápida que no nos da la oportunidad de pasar por un proceso tan complejo, además de que no es el estilo de Dios y no es el modo en el que pretende que seamos transformados.
Primeramente debemos de entender que no hay nada que nosotros podamos hacer de manera independiente y por nuestra cuenta, por el contrario, es algo que debemos de permitirle a Él hacer en nosotros de manera incremental y constante, es decir, una vez que empiece, no cesará de hacerlo y eso es algo que debemos de tomar en cuenta.
Segundo, Dios pretende ir ganando terreno en nosotros, su objetivo es que nuestro corazón sea su morada, pero no estamos acostumbrados a que nuestro corazón tenga un habitante constante, tenemos por hábito el dejarnos gobernar por nuestras emociones pasajeras y permitimos que lo errático y los arrebatos nos gobiernen por temporadas, pues no estamos acostumbrados a la constancia y por ende a la eternidad.
De hecho, tenemos un concepto muy diferente de lo que es la eternidad de lo que Dios tiene, ya que para muchos la eternidad comienza cuando morimos físicamente, sin embargo Dios pretende darnos acceso a su eternidad cuando decidimos morir a nosotros mismos y empezar a vivir una vida que no tuvo principio y que no tiene fin, donde todo simplemente es, y no deja de ser, interesante, no?
Por tanto, una vez que aprendemos los conceptos de Dios nos alineamos a esa promesa de que estaremos no en un proceso, sino en una nueva forma de vida, la cual no comenzó pero que tampoco terminará sino hasta que hayamos crecido a la estatura de Yeshúa (Jesús).
Es ahí donde nos convertimos en seres espirituales, cuando le damos la libertad al Espíritu de Dios de hacer las cosas a su modo y no como nosotros las imaginamos, cuando cada vez nos permitimos poner los ojos en las cosas de arriba y cada vez menos en las cosas de la tierra y de acuerdo a la decadente metodología del mundo que lo único que hace es propiciar el apoderamiento de la comodidad y la mediocridad en aquellos que pretenden no esforzarse por nada y seguir viviendo de acuerdo a lo que sienten y a lo que ven.
Toma mucho más que apretar los ojos y alguna otra parte de nuestro cuerpo para poder tener la fe del tamaño de un grano de mostaza, y no tiene que ver con la cantidad de conocimiento que tengamos acerca de la Biblia ó el Reino de los Cielos, sino a lo que estemos dispuestos a dejar los modos de la tierra para alinearnos a los modos de ese lugar donde Dios habita.
Por tanto, está usted preparado para entrar en ese proceso donde nunca empezamos, y no habremos de terminar, sino hasta que Yeshúa (Jesús) haya sido verdadera y tangiblemente formado en nosotros?