En asuntos de fe, a veces lo que nos domina es la urgencia de nuestra necesidad y las poca disposición que tenemos a sufrir ó a pasar por momentos desagradables y como generalmente no tenemos una disciplina ni una planeación de nuestra vida de fe, solemos encontrarnos constantemente en este tipo de situaciones, donde dejamos de ver lo importante, para ver solo lo urgente.
Cuando nos sucede de esta manera, solemos ignorar que Dios para todo tiene un orden, de hecho, el orden es el fundamento para la bendición, sin este, será prácticamente imposible que Dios derrame su favor en nosotros.
No sé si lo haya observado, pero la Biblia comienza de esa manera, en el primer capítulo del libro de Génesis se menciona que la tierra estaba “desordenada y vacía” y si lo entendemos adecuadamente, veremos que estaba vacía, porque estaba desordenada, cómo lo entendemos?, sencillo, los siguientes versículos nos revelan que Dios empezó a poner orden y una vez que hubo orden, empezó a fluir la bendición.
De esa manera sucederá en nuestra vida, cuando decidamos poner cada cosa en su lugar (empezando por nuestras prioridades espirituales y no lo digo como un requisito, sino como una propiciación para la bendición), dejaremos de pedir cosas y empezaremos a ver como el Reino de los Cielos se empieza a manifestar en nosotros a causa de que hemos propiciado un ambiente para que la bendición se manifieste.
Habiendo entendido esto, le cuento que en pasados días preparaba una enseñanza acerca de cómo es que nos podemos hacer niños, para que el Reino de los Cielos se manifieste en nosotros, pues todos hemos escuchado esa frase que Yeshúa (Jesús) dijo: “El Reino de los Cielos será de aquellos que se hagan como niños”, ya que la pregunta es “cómo hacernos como niños?” y la respuesta, aunque no lo crea, es más sencilla de lo que cree y solo tenemos que buscar en la Biblia para encontrarla.
Recuerdo bien cuando era niño (no fue hace tanto tiempo!), donde lo más importante antes que jugar era tener con quien jugar, por lo que inmediatamente después de haber terminado nuestra tarea, mi hermano y yo salíamos corriendo a la calle y tocábamos en casa de todos nuestros amigos para saber si podían “salir a jugar”, de modo que ya estando juntos, el qué jugar era lo menos importante, de hecho recuerdo con gran gracia, que cuando no había niños varones disponibles, nos ofertábamos con las niñas para hacer de “postes” mientras ellas jugaban a la liga.
Es decir y para que quede más claro, en mis tiempos de niñez, era más importante el estar en comunidad que el saber qué íbamos a jugar, no teníamos un plan, era mucho más importante tener amigos.
La cita de hoy nos habla de ese orden, nos dice que lo primero es que le permitamos a Dios hacer que nuestra fe pase de lo individual a lo comunitario y posterior a eso la bendición será algo automático, pues viene dentro del orden que Dios propone.
Curiosamente tenemos la falsa creencia de que la fe es un asunto individual y que todo sucede solo entre Dios y nosotros, pero olvidamos que la “Gran Comisión” (Marcos 16:15-18) nos dice que debemos de ir al mundo a hacer discípulos y a predicar el evangelio, y si lo vemos detalladamente, no es más que lo mismo que nos dice la cita de hoy, Dios siempre espera que seamos comunidad y que hagamos las cosas como un pueblo y como un cuerpo y no solo en lo individual y en lo particular.
Dios pretende que nuestra fe sea de la misma manera que nuestro jugar cuando éramos niños, de manera que la vida en comunidad cobre más importancia que la bendición individual, pues esa no se multiplica y corre el riesgo de que sea efímera, lo había pensado?
De modo que si usted está esperando que Dios le bendiga, a lo mejor le había faltado observar uno de los órdenes de Dios contenido en la cita de hoy, que va a ser el detonador de toda la bendición no que espera, sino que Dios tiene preparada para usted y los que le rodean.