Por alguna razón, todos los días tratamos de hacernos más sabios y más inteligentes con la idea de conocer a Dios y poder de esa manera lograr sacarle aquellas cosas que ocupan nuestra oración, pero si lo pensamos detenidamente, no es que nos interese conocer a Dios, sino que nos interesa descubrir esa fórmula secreta por medio de la cual podamos de una manera rápida y sencilla obtener los beneficios del Reino de los Cielos sin tener que sacrificar nuestro tiempo y nuestro espacio.

Y por favor, no me mal entienda, no es mi intención el hacerle sentir mal, todo lo contrario, el hecho es que las personas que nos han hablado de Dios, de alguna manera han logrado hacerlo parecer tedioso y complicado de manera que todo lo que queremos es que suceda lo más rápido e indoloro posible, le ha sucedido?

La verdad es que Dios en realidad todo lo que espera es que nos atrevamos a conocerle, justamente por eso es que no hay una fórmula, ni un método para conseguir que Él nos bendiga, sino que busca que nos acerquemos a Él y conozcamos su manera de pensar y su manera de amarnos de manera que nos abramos a su plan y recibamos aquellas cosas que Él planeó y preparó para nosotros.

Es decir, en realidad no hay requisitos para que Dios nos bendiga y no hay nada que tengamos que cumplir, solo el saber cómo es que Él ya lo preparó todo y que le entreguemos el control primeramente de nuestra vida y segundo de las cosas que suceden a nuestro alrededor.

Esto requiere de una sola cosa que podemos poner de nuestra parte, la capacidad de asombro, es decir, el abrirnos a que Dios haga las cosas que Él planeó y que dejemos de solo pedir aquellas cosas específicas de la manera cuadrada que solemos pedirlas y de la manera que esperamos que sucedan, que le demos esa oportunidad a Dios de que nos sorprenda y que nos demuestre que siempre nuestra oración se quedará corta a comparación de lo que tiene para nosotros y cómo aquello que ponga en nuestra vida tiene propósitos que van mucho pero mucho más allá de solo complacernos y hacernos sentir queridos ó amados.

Acuérdese que la bendición y el favor de Dios no es un termómetro de nuestra santidad ni de nuestra bondad, la bendición de Dios es el resultado de nuestra apertura a los modos del Reino de los Cielos, de nuestra disposición a que Dios haga las cosas a su modo y no al nuestro y de que estemos dispuestos a ser más que receptores de algo y seamos conducto y parte del Reino que Dios está estableciendo activamente en la tierra.

Es por eso que Dios requiere que nos hagamos como niños, para que dejemos de preocuparnos por los “cómo” de las cosas que hará y nos regocijemos en los “qué” de su voluntad, es decir y para ponérselo un poco más claro, es necesario que confiemos en las cosas que Él nos ha dicho que hará, sabiendo que todo lo que tenemos que esperar no es el tiempo para que se cumpla, sino que podamos establecer un ambiente propicio para que suceda y el dejar de tratar de controlar las situaciones y la manera en la que ese famoso milagro sucederá, tiene sentido lo que le estoy diciendo?

Piénselo de esta manera, si usted promete a un niño un juguete, a él le anima la idea de la promesa que usted le hace, y todo lo que le importa es que usted le hará ese regalo en especifico, pero no le apura en lo más mínimo cómo es que hará usted para reunir el dinero para comprarlo, ni en donde lo comprará, ni cómo es que hará para tener el tiempo e ir a comprarlo y cada vez que usted le vea, solo le preguntará acerca del juguete, pero no de la manera de cómo es que lo conseguirá.

A los niños no les preocupa el tipo de cambio del dólar, las elecciones, el presidente del país vecino ni ninguna de las cosas que nos preocupan a nosotros, y la Biblia nos explica que a nosotros tampoco, pues somos gobernados por un Reino distinto al que gobierna al mundo, de manera que también los beneficios de ese Reino son distintos al reino de la tierra, de modo que nuestras preocupaciones deben de ser diferentes, cuales son esas?, precisamente es por eso que nos es tan necesario tomar nuestra Biblia para descubrirlas día a día, pues nuestro conocimiento del Reino es incremental, así como nuestra participación en el, pero por mientras estemos ocupados en crecer como personas y cumplir con las expectativas del mundo que nos rodea, seremos incapaces de verlo y entenderlo.

Ser como niños tiene que ver con el hecho de perseverar en las promesas y saborear el efecto de Dios en nosotros, tiene que ver con el hecho de disfrutar el hecho de que no hay nada que nosotros podamos agradar a Dios y sin embargo Él está dispuesto en irnos transformando para que podamos recibir y multiplicar su Reino de manera constante por medio de ir adoptando su identidad y su personalidad, ser niños tiene que ver con el hecho de disfrutar la presencia de Dios antes de pensar en requisitos y reglas complicadas llamadas “religión”.

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