Muchas personas tienen la idea de que deben de ir a la iglesia para acercarse a Dios, pero cuando aprendemos que iglesia viene del vocablo griego “ekklessia” que significa convocados con un mismo fin, entendemos que ir a la iglesia no tiene que ver con el acercarse a Dios sino que es una consecuencia de nuestra cercanía con Dios, es decir no usen objetivo, sino un resultado, pues no vamos a la iglesia a estar ó a permanecer, sino a cumplir con un papel, la iglesia no es un lugar sino una forma de vivir.
De esa misma manera podemos entender que las cosas buenas, no es algo que podamos hacer nosotros ó que vengan de la tierra, Dios es el autor de la bondad, de modo que todo lo bueno solo viene de Él y no hay cosas “buenas” que podamos hacer para agradar a Dios, sino que la presencia de Dios en nuestra vida y el efecto de su Espíritu Santo se traducen en obras buenas que vienen de Él para manifestar su gloria al mundo.
Como lo he comentado en muchas ocasiones en estas líneas, Dios no hace ningún tipo de intercambios con nosotros, no nos bendice cuando nos “portamos bien”, sino que espera que entendamos un poco acerca de su Reino y que propiciemos el ambiente para que su bendición se manifieste.
Lo mejor de todo es que fuimos creados específicamente para manifestar la bondad de Dios, no es algo que nos sea condicionado ó algo reservado para unos cuantos “especiales” ó “llamados”, por eso no hay tal cosa como personas que están “mas cerca” de Dios, sino personas que están dispuestas a manifestar la gloria de Dios y personas que no, que simplemente se conforman con un de vez en cuando sentir bonito y pensar que Dios hizo algo por ellas.
Por tal podemos decir que debemos de empezar por cambiar la manera en la que pensamos acerca de Dios, segundo debemos de entendernos con su misma naturaleza, de modo que no nos veamos como ajenos a Él y con la tendencia a pecar, obvio no es algo que cambie de un segundo a otro, pero si algo que se va incrementando por mientras conocemos a Dios por medio de su palabra y nos atrevemos a ser más un medio que un receptáculo de la bendición.
Una vez que entendamos que Dios solo pretende que la bendición fluya por medio de nosotros y que no es algo que esté condicionado a nuestro nivel de bondad, sino a nuestra disposición de ser usados, el que Dios nos use y que la bendición se manifieste, va a ser algo por de más inevitable, algo que será cotidiano, más nunca nos dejará de sorprender, algo que siempre nos hará querer más pero a la vez pacientes, sabiendo que de la misma fuente vienen las bendiciones pero también la sabiduría para recibirlas, administrarlas y multiplicarlas.
Pero lo más importante es tener siempre en cuenta que fuimos creados para ello y que todos los requisitos ya los cumplió Yeshúa (Jesús) en la cruz por nosotros, de manera, que nada se interpone entre el plan de Dios y nosotros que nuestra apertura a que suceda y que se haga al modo de Dios y no al nuestro.