Para muchos la fe es el creer las cosas que Dios le puede dar, sin embargo batallan para creer pues su naturaleza de pecado les hace entender que no merecen aquello que esperan y anhelan y les hace flaquear en su fe, en el Reino de los Cielos, la fe es distinta, pues no se trata tanto de lo que Dios les pueda dar a las personas (eso en el Reino de los Cielos se llama añadidura), sino de lo que Dios puede y quiere hacer por medio de ellas.

Hoy es jueves el día que conmemoramos el día que Yeshúa (Jesús) fue aprendido y el día en que empezó toda la historia que todos conocemos  que lleva a la cruz, y muchas personas ven el recuerdo de esa escena con cierto pesar y con cierta tristeza, siendo que en realidad es un motivo de celebración.

Debemos de entender que la cruz no fue algo que sucedió a causa de la dureza del corazón de los hombres sino algo que fue planeado antes de la creación del hombre y que siempre tuvo un plan perfecto, todo tenía que suceder justo así, Dios lo tenía todo visualizado, bajo control y con un objetivo claro y específico, nada sucedió ni por casualidad, ni nada sucedió porque lo hubieran podido provocar de esa manera.

Es justo cuando vemos a ese Dios que está en control y que lo tenía todo detalladamente preparado que empezamos a emocionarnos y sobre todo, cuando nos recuerda que nos hizo a su imagen y con la capacidad de expresar su naturaleza (semejanza) de modo que es parte de nuestra naturaleza el prever el futuro, el planear lo que habremos de hacer e incluso el sacrificarnos sin sufrir por aquellas cosas que sabemos que son eternas y como parte de nuestro propósito.

Esto lo dejó Yeshúa (Jesús) muy claro a sus discípulos y les dijo lo que está descrito en la cita de hoy, por medio de sus palabras les otorgó una naturaleza nueva, cada vez más semejante a Él de modo que les dio no solo la oportunidad, sino la garantía que habríamos de superar sus obras y sus milagros terrenales, pues Él esta desde el trono de la gracia intercediendo por nosotros y hablándonos por medio del Espíritu Santo sobre aquellas cosas increíbles que habremos de hacer y de vivir.

Es cuando nos atrevemos a creer en palabras increíbles como la cita de hoy que aprendemos a verdaderamente crecer y a ver más allá de nuestras propias narices y a entender que las cosas no son simplemente “por algo” sino parte de un plan, pero no será hasta que nos atrevamos a conocer ese plan que nuestra naturaleza nos incite y nos provoque a ser parte de el y a dejar de ser solo nosotros, para ser los hijos de Dios que Él formó con sus manos y a quienes dio vida por medio de su aliento.

Por tanto si hoy va a meditar acerca del sacrificio de Yeshúa en la cruz, y quiere agradarle, piense que todas las cosas que hizo, las hizo por medio de un plan perfecto y que de esa misma manera podrá usted hacer siempre y cuando decida investirse con la naturaleza divina que Dios nos promete al nacer de nuevo y al dejar de caminar como simples “seres humanos”, cómo ve?

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