El tema santidad pone a temblar a muchos, pues lejos de entenderlo como parte natural de nuestra manera de ser, lo ven como la limitación de quienes queremos ser, y esto tiene que ver con el hecho de que tenemos no una manera de vivir corrompida, sino una manera de pensar corrompida y es ahí donde se pone interesante la cosa.

Cuando pensamos en santidad, normalmente viene a nuestra mente el dejar de hacer cosas que nos provocan placer, que son fáciles y que tienen que ver con lo repetitivo, es decir es algo que hacemos una y otra vez y es algo que lastima nuestra mente y nuestra manera de pensar, pues también tienen ese elemento que a pesar de que nos gusta, siempre tenemos ese segundo pensamiento de que no está bien, muchos lo llaman “consciencia” la verdad es que es nuestra naturaleza que rechaza eso que buscamos porque no hemos encontrado aquello que nos llene verdaderamente.

Piénselo de esta manera, la resaca ó cruda como lo  llamamos en México es la respuesta del cuerpo, es decir de nuestra naturaleza a la ingesta excesiva de alcohol, es decir, más allá de que Dios no esté de acuerdo con que nos embriaguemos, nuestro cuerpo nos dice de una manera más que clara que estamos haciendo algo en contra de su integridad y algo en contra de lo que es sano y natural para el, así de sencillo, y esto no tiene que ver con que Dios ó la iglesia en estar de acuerdo en que se tome ó no se tome alcohol, de hecho la Biblia no habla en contra de ello, sino que declara lo mismo que el cuerpo declara con una resaca, que el embriagarse y consumir cualquier producto que altere nuestro estado de consciencia no es sano y no es natural, pero podemos pensar ignorantemente que tenemos el control de la situación ó podemos dejar que Dios nos muestre que por medio de su Espíritu Santo podemos tener algo que se llama “dominio propio” y tomar lo mejor de todas las situaciones y ser siempre santos, que no significa otra cosa que “apartados” y eso significa pensar primero como Dios piensa, no tiene nada que ver con el no pecar, sino con el hecho de tener claras las prioridades que Dios tiene y le aseguro que Dios lejos de ser un ser aburrido, tiene mucho de divertido y nos promete a lo largo y ancho de su palabra una vida llena de gozo, satisfacciones y motivos de celebrar.

Y justo así como le hablé del alcohol, le puedo hablar de muchas otras cosas, que ninguna de ellas es mala, sino el modo en el que las hacemos y el exceso que tenemos de ellas es lo que lo hace malo, pero no por el criterio de las personas “religiosas” sino porque nuestra propia naturaleza las rechaza, así de simple.

Por tanto la santidad solo tiene que ver con dos cosas muy simples, la primera es el sentido de conservación, es decir nos lleva a mantenernos íntegros y nos da una capacidad constante de dar de lo que tenemos y de lo que somos (recuerde que el dar nos permite estar preparados naturalmente para recibir más) y segundo nos pone en una condición de cumplir con un propósito pues no tenemos carencias y nos podemos enfocar en lo que fuimos llamados y planeados a hacer.

Se ha puesto a pensar que normalmente solo oramos sobre temas de carencias en nuestras vidas?, es por eso que no podemos dar nada y es por eso que no alcanzamos a dimensionar el propósito para el cual fuimos creados y llamados, pues nos falta el entendimiento de la santidad para ello.

Es por eso que Dios nos deja ver claro que necesitamos de su Espíritu Santo en nosotros, pues una vez que el Espíritu cambia nuestra manera de pensar y nos da el entendimiento de cosas tan básicas pero tan trascendentales como la santidad, toda nuestra manera cambia de vivir y en vez de solo dejar de hacer cosas “malas” empezamos a vivir encaminados hacia nuestro propósito y de acuerdo a nuestra verdadera naturaleza que no tiene nada que ver con pecar.

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