Ha escuchado esa frase de “uno no puede dar lo que no tiene”?, pues en el asunto de la fe es algo que aplica más que nunca y a la vez no aplica y le quiero contar un poco de cómo está eso, le parece?

Ciertamente un no puede dar de lo que no tiene, pero también es cierto que aquello que no tenemos, no es algo que nosotros podamos provocar, sino algo que viene de Dios, y así sucede con las cosas que verdaderamente importan en la vida, es primordial que nos quede claro que las cosas que habremos de dar al mundo no es algo que tengamos, pero es algo que vendrá desde dentro de nosotros y será provocado por Dios, no porque seamos buenos, sino porque seremos hechos buenos a causa de nuestra disposición a ser usados para los demás.

Es por eso que le quiero hablar hoy acerca de la gentileza, pues es algo que pareciera que cualquiera pudiera tener y dar, pero si lo piensa detenidamente, después de un corto tiempo se nos agotará ó tendremos la sensación de estar viviendo un estado de injusticia y que solamente damos y nos agotaremos, pero sabe, quiero regresar al ejemplo que he usado en los pasados días, nunca se ha puesto a pensar en los árboles?, ellos siempre dan sombra, siempre proporcionan frescura y siempre dan frutos, pero nunca nadie les da nada, pues aún si tuviesen alguien que los regara a diario y los podara, nada de eso se compara con la sensación y la satisfacción de probar un fruto fresco, no lo cree?

Por eso ser gentil, es decir amable, generoso y siempre sonriente es algo que solo el Espíritu de Dios puede y debe de provocar en nosotros y para ello debe de tener el amor, la alegría, la paz y la paciencia como fundamento ó como soporte, imagínese ser gentil sin amor ó sin paciencia!, solo seríamos hipócritas!, qué tremendo no?

Ser gentil, en mi personal opinión es cuando empezamos a imitar a Yeshúa (Jesús), es decir, es el primer momento donde empezamos a dar, es decir, cuando amamos dejamos de recibir para ponernos en el papel del Reino de los Cielos, pero cuando somos gentiles empezamos a caminar en la misma dirección y poco a poco en la misma velocidad y ritmo del Hijo de Dios, es cuando empezamos a tener claro cómo es que funcionan las cosas en el Reino de los Cielos y para dejar de ver lo que no tenemos y empezar a ver que estamos vestidos así como Yeshúa (Jesús) con un vestido espiritual de una sola pieza, sin costuras, es decir de una identidad integral en el espíritu la cual no tiene espacio para la necesidad ni la escasez.

La gentileza es provocada por nosotros a causa de que el amor, la alegría, la paz y la paciencia nos dan el enfoque necesario hacia los demás para que podamos como el mismo Yeshúa (Jesús) ser movidos a misericordia y podamos entender la posición de miseria de los demás sin dejarnos envolver por ella y empezar a hacer algo por esas personas que cambie su situación, pero no solo la temporal, sino también la eterna y permanente.

La gentileza es la expresión del carácter de Dios que nos pone en la posición de siempre dar y no pensar en recibir, nos da la confianza que de ahí mismo donde entendemos en nuestro interior que es más importante que le demos a esa persona en necesitad (ya sea moral, emocional, espiritual e incluso financiera), de ahí mismo, de ese mismo lugar saldrá lo necesario para reponer lo que dimos e incluso más para seguir dando y nos anima a dar más para provocar más el milagro constante de la multiplicación.

La gentileza es el cambio de enfoque, piénselo de esta manera, los discípulos amaban a la gente, pero no eran gentiles con ellos, por eso cuando oscurecía fueron a Yeshúa (Jesús) y le dijeron “despidamos a la gente para que vayan a sus casas y coman”, es decir, les preocupaba que la gente se quedara con hambre, además que pronto oscurecería, tenían un amor genuino por las personas, pero aún no estaban dispuestos a dar de ellos para esas personas y es justo ahí donde Yeshúa (Jesús) les dice “denles ustedes de comer”, es decir y en otras palabras “si ven la necesidad, no evadan la oportunidad y resuélvanlo desde su interior”, de modo que no fue Yeshúa (Jesús) quien les dio de comer ni quien hizo la multiplicación, sino los discípulos, y fue tal su gentileza puesta en acción que sobró un canasto de provisión por cada discípulo que estuvo dispuesto a dar lo que el Espíritu de Dios le dictó.

Lo nota, lo gentil no es algo que podamos provocar, pero si vamos delante de Dios, será así como el árbol que produce manzanas, será un momento donde nos será imposible el no dar frutos y el no provocar cambios permanentes en las vidas de los demás.

¡Comparte esta entrada, elige tu plataforma!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *