Lo hemos leído en muchas ocasiones en estas líneas, la paz no es la ausencia de problemas, sino la paz es la confianza de que Dios participa activamente en nuestras vidas sin importar las circunstancias, eso quiere decir que no solo está ahí sino que tiene el control y actúa no a favor de nosotros sino de su Reino, tanto en las buenas como en las malas.
El problema no es que Dios haga todo eso, sino el hecho de que nosotros seamos los que tengamos consciencia de ello y tengamos paz, pues no todo mundo sabe cómo ó de donde es que sale esa paz, no se puede solamente apretar los ojos ó alguna parte de nuestro cuerpo y pretender creer, sino debemos de estar completamente conscientes de quien es Dios y de lo que hace en nosotros.
Y justo de eso es de lo que trata el escrito de esta mañana, de entender que la paz no es algo que nos esforzamos por tener, no es algo sentimos, sino es algo que viene como un fruto, es algo que sucede inevitablemente cuando pasamos tiempo en intimidad con Dios, en específico con el Espíritu Santo quien es el que habita entre nosotros y quien es el que se hace presente en nuestro día a día.
Piénselo de esta manera, y creo que así le será más fácil el entender de donde viene la paz como fruto, Dios Padre es aquel que manifiesta la autoridad, es aquel que está sentado en el trono, el que gobierna y aquel que es santo, la honra y la gloria la debemos a Él, mientras que el Hijo, es decir Yeshúa (Jesús) es quien manifiesta el amor, aquel que lo dio todo y quien lo puede y lo cree todo pues fue capaz de darse por nosotros y por nuestra vida, de modo que el Espíritu Santo quien es el que habita entre nosotros (es ese que decimos que está siempre con nosotros) es la manifestación del poder de Dios, es aquel que pondrá en nosotros las capacidades sobrenaturales para manifestar y representar a Dios en la tierra, de modo que es en Él en quien confiamos, para que primeramente nos hable, segundo nos llene de poder y tercero, aprendamos a confiar en Él (basados en la palabra de Dios), de modo que siempre sabremos qué hacer y cómo actuar cuando sea necesario, pertinente y justo.
Entonces entendemos que la paz lejos de ser un sentimiento es una capacidad especial que viene después de la capacidad de observar y amar a las personas, de tener gozo en la presencia de Dios y de sabernos felices por su constante no solo presencia sino participación en nuestro día a día y podemos definir la paz como esa capacidad especial de guardar silencio y recibir instrucciones específicas de qué y como hacer para manifestar el Reino de Dios, es decir una capacidad especial (disculpe que lo diga tantas veces pero es necesario que nos quede claro) de ser parte de un Reino superior y no solo de esperar que Dios haga, la paz es activa y no pasiva, lo había pensado?
Una de las cosas que debemos de entender es que Dios no actúa en las personas que viven de manera pasiva!, Dios nos necesita en movimiento para que pueda hacer su efecto en nosotros, acaso no se acuerda de Enoc quien fue bendecido y arrebatado porque caminó con Dios, es decir junto con Él, a su ritmo y a su velocidad, y eso nos va a pasar también a nosotros si nos movemos hacia su Reino, cumpliendo su palabra, su efecto y su bendición será tan inevitable que tendremos paz.
Por tanto no se enfoque en sentir paz, sino en tener paz, que salga de usted en vez de que venga de afuera, que la paz sea algo que usted pueda dar a otros por la certeza que hay en usted y no que sea algo que vaya y venga pues es algo externo.