Sé que hay muchas maneras más amables de decirlo, pero la verdad es que a veces pareciera ridículo que las personas consideran que pueden tener su propio concepto de fe y su “propia manera” de relacionarse con Dios, pues en realidad solo se engañan a sí mismas y lo peor es que se pierden de los beneficios y las buenas aventuras que hay en una vida como Él la planeó para nosotros.

Lo más absurdo del asunto es que las personas se consideran a sí mismas ajenas a Dios, en la gran mayoría de los casos debido a su consciencia que les hace creer que su pecado les aleja de Dios ó bien están aquellos que creen que Dios es una “linda” opción pero que “no es tiempo”, como si pudiera ser algo que pudieran dejar ó tomar a voluntad.

Sin embargo esas mismas personas consideran como propias “sus enfermedades”, “sus deudas”, “sus problemas” y todas aquellas cosas que nos hacen ajenos y distantes a Dios, y cuando así le conviene a su consciencia, se dicen hijos de Dios, pues creen que es un entendimiento general ó relativo a nuestra cultura.

Pero la verdad es muy distinta a la realidad que nosotros mismos creamos e inventamos en nuestras mentes, la verdad es que Dios no quiere hacer algo por nosotros como ajeno, ni como externo y mucho menos quiere hacer algo “lindo” por usted y por mi, no, Dios entiende que somos parte de su familia inmediata y que estamos irremediablemente unidos a Él a causa del sacrificio de su hijo en la cruz, es más nos considera como una extensión de su Reino y de su voluntad, es por eso que nos llama las ramas de la vid.

Y esto es muy pero muy sencillo de entender, a pesar de que tenemos una creencia distinta de cómo es que suceden las cosas, Él todo lo que necesita es que estemos dispuestos a reconocer que en nuestras propias fuerzas no podremos vivir de una manera adecuada y que necesitamos de Él para hacerlo, es decir que no podemos ni dejar de pecar, ni tampoco sabemos diferenciar adecuadamente entre lo bueno y lo malo, pues nos estorban nuestras emociones, nos estorba nuestro entendimiento terrenal y necesitamos ser rescatados de nosotros mismos!

Una vez que nos quede claro esto, lejos de sentirnos mal, debemos de llevar esta consciencia de la verdad delante de su presencia, de modo que Él la tome, la lave por medio de la sangre y el sacrificio de Yeshúa (Jesús) y nos restaure en nuestro papel que teníamos desde el principio de los tiempos, como una de sus ramas, a partir de ahí, todo lo que debemos hacer es permanecer unidos a Él, los frutos vendrán no solo como una consecuencia natural de nuestra nueva consciencia, sino que si lo permitimos de manera inmediata y sin nada que podamos hacer para intervenir en ello, solo sucederá, porque es parte de quien somos ahora en Cristo.

Ahora bien, un árbol, ó en este caso una vid, no hace nada por sus ramas, las ramas son el instrumento que la vid usa para dar frutos, estos frutos son agradables, dulces y atractivos, y eso es justamente en lo que Dios quiere convertir nuestra vida, no la quiere limitar de hacer las cosas “divertidas” que tenemos pánico de dejar por “acercarnos” a Dios, sino que quiere que todo lo que pasa en nuestra vida sea agradable a los demás, dulce como efecto de nosotros hacia los demás y en exceso atractivo, para que otros se animen a dejar de ser bastardos del Reino de Dios y decidan unirse y ser una rama más de ese Reino fascinante.

Por tanto, si usted es una de esas personas que aún cree que Dios puede ó quisiera hacer algo por medio de usted, por favor deje de pensar así, esto solo le va a llevar a desengaños y dolores de cabeza, Dios no quiere hacer algo “por usted”, sino por medio de usted, de modo que deje de usted ser ajeno a Dios y se convierta en la extensión de Dios y por ende la promesa de todo lo que usted pudiera llegar a necesitar ó a anhelar sea parte de su vida como consecuencia de su propósito y no de su “buen comportamiento”.

Creo que hoy es el mejor momento de su vida para tomar un momento a solas y orar verdaderamente, decirle a Dios que está usted dispuesto a dejar de andar mendigando (perdone usted la palabra) sus bendiciones y acepta su plan perfecto de ser una rama más de su Reino y dispuesto y emocionado por dar fruto de acuerdo a la promesa y no al esfuerzo propio, de modo que pueda dejar de caminar en lo natural, para empezar a caminar en lo sobrenatural, donde las cosas simplemente suceden y simplemente son a causa de la presencia de la perfección de Dios por medio suyo.

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