Uno de los factores clave en nuestra fe es conocer el carácter de Dios y considero en mi personal opinión que uno de los más importantes es el que Dios no cambia, es decir, su opinión acerca de nosotros no cambia, su plan para nosotros no cambia y todo lo que tiene en reserva para nosotros no cambia.

Sin embargo muchas personas suelen pensar que Dios es voluble, que cambia de opinión e incluso que se enoja con nosotros y por eso nos “deja de hablar” ó simplemente no responde nuestras peticiones.

La verdadera oportunidad que tenemos está en conocer el carácter de Dios, Él nos dejó un manual para conocerle en la Biblia en ella describe detalladamente quien es Él e incluso se denomina con nombres que hacen énfasis en las facetas de su personalidad para que acudamos a Él de acuerdo a nuestra necesidad, por ejemplo Él nos ha dicho que es nuestro Shalom (nuestro príncipe de paz), para que acudamos a Él en tiempos de angustia, sin embargo preferimos pedir dinero, tranquilidad y ausencia de problemas entre muchas otras cosas para sentirnos en “paz”, lo ha pensado.

La Biblia está llena de promesas, existen miles de ellas y cada una de ellas tiene el sello de Dios, ninguna deja de ser, y ninguna caduca, y en cada una de ellas no solo hay la garantía de bendición, sino de transformación y crecimiento, pues ese es el objetivo de Dios, no que seamos bendecidos y nos sintamos cómodos, sino que crezcamos a la perfección de su Hijo Yeshúa (Jesús).

Dios pretende ser la constante de nuestra vida, es por eso que se llama a sí mismo “la roca” ó “la piedra angular”, pues sobre Él podemos poner el fundamento de nuestra fe y de nuestra vida, de modo que siempre sepamos a donde y a qué recurrir en busca de ayuda, de paz y de consuelo, de donde tomaremos nuevas fuerzas y de donde sacaremos el aliento y la visión de hacia donde caminar.

Dentro de ese parámetro, todo lo demás es elección nuestra, en Josué 1:8-9 Dios nos promete que si estudiamos su palabra (es decir su carácter constante) y meditamos en ella, el éxito nos es asegurado en todo lo que hagamos, también nos dice que nos esforcemos y seamos valientes, pero se refiere a que nos esforcemos a creerle más a Él que a las circunstancias, que seamos valientes y enfrentemos a nuestras emociones y no nos dejemos dominar por ellas, de modo que que estemos más enfocados en el plan de Dios que en lo que pensemos y sintamos, eso nos asegura que percibamos la presencia de Dios en todo tiempo, pues Él nos promete que irá a donde nosotros decidamos ir, pues nos ha dado el mundo entero para que lo conquistemos y lo disfrutemos con Él y para Él.

Es como cuando jugábamos de niños a los atrapados, a los encantados y ese tipo de juegos, siempre teníamos una base llamada “home” ó “casita” donde podíamos estar a salvo y nuestros contrincantes no podían tocarnos, de eso se trata nuestra relación con Dios, Él es esa base, Él ese ese lugar a salvo, pero no para huir de nuestros problemas ó de nuestro adversario, sino ese lugar donde recibimos instrucción y rumbo de modo que siempre tengamos claro qué es lo que tenemos y lo que vamos a hacer y sobre todo, qué es lo que vamos a recibir, pues lea garantía nos la han dejado por escrito.

Por tanto, quítese esa idea de que Dios es circunstancial, no se engañe a sí mismo pensando que Dios se puede enojar con usted ó que le ha dejado de hablar, Dios es constante, está siempre ahí y lo más importante, no ha cambiado de opinión, tanto para bendecirnos, como para considerar pecado lo que es pecado, de modo que las reglas siguen siendo las mismas y solo debe de perseverar en cada promesa para ser beneficiado por ellas, le invito, le animo a que viva en la constante de Dios y deje de lado esa relación emocional y circunstancial con Dios de modo que sea tan firme y tan constante como Dios lo es.

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