Es interesante pensar en cuantas ocasiones tratamos de aparentar delante de las demás personas el ser alguien diferente a quien en realidad somos y solemos medirnos a nosotros mismos por medio de la opinión externa y no por quien realmente somos en nuestro corazón, lo ha pensado?, sin embargo, no importa cuantas personas piensen cosas buenas acerca de nosotros, ni cuantas personas nos digan cosas buenas, en realidad nuestra identidad se limita a aquello que hay en nuestro corazón y eso es lo que debemos de cuidar.
Sabe, por alguna razón nos hemos convertidos en unos maestros de la actuación, de hecho hoy en día hay personas que tienen una mucho mejor vida en Facebook que en lo que realidad es su vida en el día a día y tienen personalidades y actitudes tan diferentes en apariencia que lo que en realidad se atreven a expresar, de hecho hay personas que prefieren solamente interactuar virtualmente con otros a hacerlo en persona, lo ha pensado?, hay personas que podrán ser los mejores amigos vía chat, vía redes sociales y otros medios, pero evitan a toda costa tener conversaciones telefónicas e incluso en persona, pues no se sienten capaces de fingir lo suficiente ó tienen pánico de que su verdadero “yo” aflore y sean juzgadas como ellas mismas se juzgan todo el tiempo y juzgan a los demás.
Me asombra mucho el ver como hay personas que solo hablan cosas amables a otros pero en realidad no piensan eso, lo hacen con la intención de recibir comentarios amables y por así decirlo de “venderse” todo el tiempo para generar una opinión de los demás, pues de esa manera pueden justificarse a sí mismas y engañarse acerca de quienes son, sin darse cuenta que Dios quien solo ve lo eterno y solo ve lo interno, no puede ser burlado y sabe perfectamente quienes somos sin posibilidad alguna que podamos engañarle.
Pero sabe, lejos de que Dios pudiera tener una mala opinión de nosotros, Él pretende tomar nuestra verdad y transformarla, no de una manera dolorosa y menos vergonzosa, sino de una manera dulce y que le de gloria a Él, es decir, todo lo que Él transforme en nosotros le hará ver bien a Él, de modo que todos noten el cambio y olviden nuestro pasado.
Pero es importante que observemos nuestro corazón constantemente y que tengamos cuidado con qué es que lo alimentamos, pues puede llegar a sucedernos que si lo alimentamos con aquello que no es correcto, de nuestra boca salgan las palabras equivocadas, pues es inevitable que hablemos nada que no haya pasado previamente por nuestro corazón.
Es por eso que muchas personas nos desconocen cuando decidimos dejar de ser simples “seres humanos” y nos convertimos en hijos de Dios, pues cambiamos el alimento de nuestro corazón, empezamos a alimentarlo con palabra de Dios de modo que hablaremos en términos de lo que hayamos consumido, eso no quiere decir que nos convirtamos en gente aburrida ó que no se sabe divertir, sino que nos convertimos en personas que hablamos verdad y que procuran que cada palabra que sale de nuestra boca edifique.
Es imperante que demos el control de nuestras vidas a Dios, pero no lo podemos hacer pensando todo el tiempo en nuestra consciencia, pues entonces estaríamos todo el tiempo manipulando lo que Dios puede ver y hacer en nosotros, nos es necesario que sin tapujos permitamos la entrada a Dios en nuestro corazón y que sea Él quien decida qué y cómo cambiarlo, de manera que nos haga partícipes de su personalidad y que cada cambio sea auténtico, perfecto y duradero, así como es Él.
De esa manera dejaremos de estar pretendiendo y fingiendo ser quienes no somos y nuestro entorno recibirá el beneficio de el cambio de autoridad que hay en nosotros, las personas disfrutarán al Dios que nos gobierna y en definitiva querrán tener el cambio de vida que nosotros hemos tenido, esa es la promesa.
Es ahí donde entendemos aquella instrucción de Yeshúa (Jesús) en su gran comisión (Marcos 16:15-18) de “ir y hacer discípulos”, el hacer discípulos no significa ir a enseñarle Biblia a un montón de personas que no están en realidad interesadas en hacerlo, sino en ir y mostrarle a las personas quienes ahora somos, los cambios que ha habido en nuestro corazón y esperar a que sean beneficiadas por ello, de modo que decidan imitarnos y nos permitan enseñarles a vivir como nosotros vivimos, eso es discipular y no otra cosa, debemos de hacer seguidores de nuestro estilo de vida y no de nuestras palabras ni de nuestro conocimiento bíblico, lo ha pensado?
Cuando tengo claro todo esto, es cuando me emocionan citas como la de hoy, qué tremendo poder decir que así como somos en nuestro corazón y como somos interiormente somos en realidad, pues solo así nos conoce Dios, no?, pero qué privilegio dejar de lado quienes somos, para ser quien Dios pretende que seamos a su tiempo, a su modo y confiando en que solo podremos ser perfeccionados por medio de la comunión íntima con Él y por medio del conocimiento de su palabra.