He escrito acerca de este tema muchas veces, pero entiendo como imperante el seguirlo haciendo, nos debe de quedar claro el tema de la oración y nos debe de quedar más que claro el sentido de la misma, de modo que no nos sigamos perdiendo la parte más importante y más benéfica de nuestra relación con Dios.

Para muchos el entablar una relación con Dios trata de orar y por orar entienden el pedir a Dios cosas que no saben si en realidad recibirán y creen que con eso y dar gracias de vez en cuando basta, pero sabe, las respuestas a sus oraciones serán tan mediocres como el empeño que pongan en dichas oraciones y perdone que use el término mediocre, pero para muchas personas el puro hecho de pensar en orar ya le causa conflicto y fatiga, y aún así esperan tener resultados sobrenaturales.

Tener una relación con Dios implica conocer a Dios y saber quien es Él, no solo querer sentir lindo y recibir cosas agradables de cuando en cuando, para muchos eso implica un gran “compromiso”, pero en realidad no tienen idea de la dimensión de dicho compromiso ya que ignoran que el autor de la fe, es decir Dios mismo ya lo hizo todo, solo necesita que le amemos y cuando digo amemos, se refiere a conocerlo para poder amarlo.

Ahora bien, conocer a Dios, quiere decir que sabemos las cosas que le agradan, que estamos dispuestos no a sacrificar lo que nos gusta por hacer cosas “buenas” de las que no tenemos entendimiento, sino a dejarnos transformar de regreso a su imagen y semejanza a dar de lo que recibimos y a multiplicar lo que cae en nuestras manos, pues esa es justamente la naturaleza de Dios y ninguna otra.

Es por eso que Dios dio estas 2 instrucciones tan específicas mencionadas en la cita de hoy, el asistir no solo como individuos sino como pueblo de manera formal y planeada a la presencia de Dios 3 veces al año (en el caso de esta cita) conmemorando el cambio de identidad específico que Dios hace en nosotros y la transformación del propósito que nos dio.

Segundo, entender que somos parte de su Reino y que la naturaleza de Dios es dar y para demostrar nuestro agradecimiento tenemos no que dar gracias sino demostrar que somos hechos a su imagen y semejanza de modo que nuestra naturaleza sea el dar también, pero así como Dios no nos da cualquier cosa, nosotros tenemos que actuar de la misma manera, es por eso que Dios nos demanda que no nos presentemos delante de Él con las manos vacías, sino que hagamos las cosas como Él las hace, planeadas, premeditadas, organizadas y con gran excelencia.

En la iglesia que tengo el privilegio de pastorear siempre se los digo, el asistir a la iglesia el domingo no sustituye la oración matutina, por el contrario, es el momento de la oración del domingo donde hacemos un exhaustivo recuento de las bondades de Dios para poder llevar un poco de agradecimiento auténtico a su presencia, hacemos un recuento de las cosas buenas que hay en nuestro corazón para llevar de lo mejor como una ofrenda y no solo nuestra presencia y escogemos los mejores halagos y alabanzas para entregar a nuestro Dios de manera que no solo estemos sino podamos subir a donde Él habita con gran libertad y nos gocemos en su presencia.

Hace unas semanas alguien muy cercano a mi corazón me dijo una frase que no me deja de dar vueltas en la cabeza y el corazón me dijo “el solo permanecer no aporta nada a una relación”, eso quiere decir, que ser parte de una iglesia, el llamarnos “católicos” ó “cristianos” no tiene ningún valor si nunca nos hemos esforzado por aportar algo al Reino, si nunca hemos ido a la presencia de Dios llevando verdaderamente lo mejor de nosotros y teniendo la consciencia de que estamos ante el ser más asombroso del universo entero, y que a pesar de que no necesita nada de nosotros se complace en que reflejemos su naturaleza de constante, lo había pensado?

Es así cuando podemos darnos cuenta que el orar es mucho más que pedir, tiene una trascendencia mucho más completa y real que solo recibir algo bueno que nos confirme el amor de Dios y nos valide como “buenos” hijos, sino nos hace entender que es lo sobrenatural nuestro diario acontecer y el lugar donde habitamos y no el mundo que nuestros ojos ven.

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