Hmmmm,. esta parte de la “Gran Comisión” es de las que más me gustan, sin embargo es de las que mayor confusión y mayor polémica causan, ya que los demonios son de esas cosas que cada persona tiene su propia idea y entendimiento, pero no porque los conozcan, sino porque Hollywood les ha hecho creer que saben algo al respecto.

Creo que más importante que definir lo que es ó lo que no es un demonio, es el entender una cosa, tanto los demonios como Satanás, el Diablo, el Chanclas ó como guste usted llamarlo, ya fueron derrotados en la cruz y todo lo que esperan es que llegue el día del juicio ó bien segunda venida de Yeshúa (Jesús) para que pueda ser definido su paradero eterno, entre tanto, estos se ocupan de tratar de distraernos a usted y a mi de lo que Dios primeramente ya tiene planeado y aseguró en la misma cruz para nosotros, por tanto no tiene ningún sentido ni ningún efecto el sentirnos atemorizados, intimidados ó acosados por ellos, pues poder y autoridad es algo que no tienen hace más de 2,000 años.

Una vez entendido eso, nos debe de quedar más que claro que el echar fuera demonios en el nombre de Yeshúa (Jesús) es una de las labores más sencillas que existen, pues lejos de luchar y hacer exorcismos ó cualquiera de esas cosas que no son más que una pérdida de tiempo, está el entender el porqué ó el cómo es que permitimos que esos demonios aniden en nuestros corazones, para poder echarlos fuera y llenar ese espacio con la verdad y el amor de Dios.

Un demonio en definitiva no es algo así como lo que aprendimos en la película del exorcista, no es necesario que la cabeza nos dé vueltas ó que vomitemos como si hubiéramos comido un tonel de comida echada a perder, un demonio es todo aquello que nos hace despreciar la gracia de Dios y la santidad que debe de gobernar en nosotros, desde una envidia, hasta la fornicación misma, y la cita de hoy que contiene la gran comisión ó bien la tarea que Yeshúa (Jesús) nos dejó, explica que es parte de nuestra labor cotidiana el echar fuera demonios, es decir, enseñar la verdad acerca de Yeshúa (Jesús) a las personas y por medio de ello establecer un orden espiritual en las personas con las que hablamos de modo que podamos reconocer en ellas aquello que no es correcto y con autoridad espiritual echar fuera esas malas conductas que no permiten que las personas crezcan y reciban los beneficios del Reino que Yeshúa (Jesús) vino a garantizarnos por medio de su sangre.

Pero esto no es algo nuevo, no es algo novedoso y no es algo que haya sido inventado por una iglesia “separada” ó protestante, esto es una de las primeras instrucciones que Dios dio a sus hijos al enviarlos a la tierra (estamos hablando de Adán y Eva), Génesis 1:28 nos dice que Dios les dio 5 instrucciones: 1.- Fructificar, 2.- Multiplicarse, 3.- Llenar la tierra de hijos de Dios, 4.- Sojuzgar la tierra y por último 5.- Gobernar y enseñorearse de la tierra, y podemos entender que en el sojuzgar encontramos la misma instrucción de la que hablamos en el escrito de hoy, sojuzgar quiere decir establecer juicio, es decir separar lo que es bueno de lo que es malo (no juzgar a las personas), de manera que cuando lo reconozcamos, con la autoridad que el mismo Yeshúa (Jesús) nos delegó, podamos echarlos fuera y establecer justicia (es decir hacer efectivo el cumplimiento de la palabra de Dios) en la vida de las personas.

Un demonio es cualquier cosa que robe la honra a Dios en nuestras vidas, puede ser una actitud orgullosa, como también puede serlo una adicción ó un temperamento sin control, todas esas cosas están vencidas en la cruz, se mantienen en nuestra vida porque hemos decidido abrazarlas, adoptarlas y hacerlas nuestras, cuando en realidad nos son ajenas y aborrecibles a los ojos de Dios, es por eso que el echarlas fuera en el nombre de Yeshúa (Jesús) es parte de nuestra labor y parte de la vida de cualquiera que se diga y entienda como hijo de Dios.

Obvio, si usted lo decide, puede hacerse a sí mismos irrisorio a los ojos de Satanás y sus seguidores, al momento que se ponga a luchar con ellos y pretenda ganarles con sus propias fuerzas, siendo que ellos no son fuertes (insisto ya fueron vencidos), solo son más experimentados que usted, y saben de qué mañas hacerse para asirse a usted.

Por tanto, más que un asunto de fuerza, dominio propio ó estatura espiritual, este no es un asunto más que de fe, de creerle a Dios y de entender las cosas que Él entiende, de modo que como un acto de fe como hijo de Dios, los demonios tanto propios, como ajenos se le sujeten al verle investido por el Espíritu Santo y cubierto por la sangre del cordero que lo venció en la cruz, no lo cree?

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