Muchas personas sienten pánico cuando otras personas empiezan a hablar acerca de Dios, es como si alguien las correteara con un cuchillo y les condenara a dejar de hacer cosas divertidas y las obligara a llevar una vida recatada donde todo está prohibido y donde nada se puede y la verdad es que los que nos llamamos a nosotros mismos “cristianos” tenemos parte de la culpa (la otra la tiene su propia conciencia, cabe aclarar).
Esto se lo cuento, porque oír alguna razón hemos tomado con gran ligereza ese título, ese lugar y esa estatura que otros nos dan cuando nos dicen “tú que estás más cerca de Dios” y con ello nos sentimos con el derecho y con la libertad de opinar acerca de la vida de otros, y aún cuando esto fuera con una “buena intención”, nos permitimos hacer todo lo contrario a lo que Dios y en específico Yeshúa (Jesús) nos dijo que hiciéramos, porque nadie, absolutamente nadie nos dijo que tenemos que venir a opinar acerca de los demás y de lo que hacen, sino que nos dijeron que hablásemos del evangelio (la vida de Yeshúa (Jesús)) que se traduce en buenas noticias para las personas, en otras palabras, no tenemos que encontrar en la Biblia una cita, una palabra ó una ubicación que se refiera a las situaciones por las que pasen las personas ó aquella que exhiba su pecado, sino tenemos que hablar acerca de lo que es el Reino y de la oportunidad de tenemos sin pagar precio alguno de participar en el de manera inmediata y además eterna, pero pocos he visto que hagan eso.
Es por eso que las personas creen que tienen que crecer y aprender mucho acerca de Dios para serle agradable y además de esto no han visto que a alguien verdaderamente le funcione, como para hacerle caso ó imitarlo, de manera que prefieren seguir viviendo como lo han hecho hasta ese momento que les es más entretenido, cómodo y satisfactorio, aún cuando en su consciencia sospechen que habrá un precio caro por ello.
Tener una buena vida en Cristo es una de las cosas más sencillas que existen, pues lo poco que sabemos de Dios es nuestra responsabilidad el compartirlo (con fundamento en la Biblia obviamente) de modo que permitamos a Dios que hable por medio de nosotros y que aquello que era un conocimiento racional se transforme en una revelación espiritual que nos ponga en la misma sintonía con Dios, pero ojo, a nosotros nos toca conocer de la palabra y obedecer para hablarla a cuanta persona se cruce en nuestro camino y es Dios quien hace el resto, Él no actúa solo y no pretende hacerlo, es para eso que nos envió a la tierra (si no lo cree, lea Génesis 1:28) y seamos una extensión de su personalidad y de su poder, es decir a su imagen y su semejanza.
Ciertamente el evangelio no es otra cosa que buenas noticias, no sé por qué tantas personas lo ven con tanto pesar?, será porque imaginan cosas que no se han atrevido a descubrir ó bien porque los que decimos conocer a Dios hablamos más de reglas que de beneficios, porque esto si se lo puedo asegurar, la presencia de Dios, el famoso “Cielo” y todo lo relacionado con Dios no es otra cosa que beneficios, todos los requisitos ya fueron pagado y aquel Diablo el cual tantos dicen que los acosa y tienta, ya fue vencido y está derrotado, por tanto no hay carga y no hay asunto difícil en el camino de Dios.
Yo creo que para que podamos decirnos “Cristianos” no hace falta otra cosa que nos atrevamos a leer una y otra vez el evangelio de Yeshúa (Jesús) y repetirlo hasta que lo creamos, será entonces que el hablarlo a otros será lo más común y lo más natural y todo lo que nos dice la cita de hoy a la que llamamos “Gran Comisión” nos sea tan natural y tan cotidiana que podamos ver a Dios con anhelo, sin pena y sin pesar, no lo cree?