Hace unos meses, podría decirse hace casi un año decidí cambiar de coche y dentro de esa decisión, decidí después de muchos años de conducir un coche automático el intentarlo de nuevo con uno tipo estándar ó de cambios como muchos lo conocen.

La verdad es que por muchos años dejé de conducir estándar de modo que tenía cierto miedo a si aún tenía la capacidad de reaccionar adecuadamente ó si podría manejar sin que el coche se me “matara”, conoce la sensación?

Para mi sorpresa, todo salió mucho mejor de lo que esperaba, me familiaricé con el coche de inmediato y empecé a conducir por toda la ciudad y no solo eso, a sólo unos días de comprarlo emprendí un viaje de poco más de 4,000 km para ir a ver a mi familia en diferentes lugares, todo funcionaba como si nunca hubiese dejado de conducir estándar hasta que un día ya habiendo regresado a casa, pasó lo que nunca me hubiera imaginado, de pronto el coche se me mató!

Lejos de preocuparme este hecho, llamó mi atención, ya que sólo me falló la destreza con la transmisión estándar cuando pensé en ello, el resto del tiempo siempre pensaba en el lugar al cual habría de ir, las cosas que había de hacer, pero poco me detenía a pensar en el hecho de hacer los cambios ó el uso del famoso clutch, sólo cuando me puse a pensar en ello, me di la oportunidad de fallar en ello.

Pablo el apóstol nos recuerda en sus cartas que la mejor manera de correr la carrera de la fe es con la mirada puesta en la meta, es decir, sabiendo que habremos de llegar (por gracia, no por esforzarnos) y con la consciencia de que habrá impedimentos, sinsabores y problemas, pero que estos no nos deben de distraer de nuestro objetivo, el haber peleado la buena batalla y el llegar a tener el carácter de Yeshúa (Jesús), ya que si quitamos nuestra vista de estas 2 cosas, nos sucederá como me sucedió a mi ó bien como le sucedió a Pedro quien se hundió cuando pretendió ir a Yeshúa (Jesús) caminando sobre las aguas.

Note qué interesante es esto, ni siquiera el acercarnos a Yeshúa (Jesús) es algo que podemos hacer por medios propios, necesitamos ser invitados y atraídos por Él para luego por medio de sus fuerzas hacerlo adecuadamente!, bien lo dice la Biblia, todo lo que tenemos que hacer es hacernos dependientes de Él!

Por mientras Pedro tenía sus ojos puestos en su salvador, caminó sobre las aguas sin ningún problema, es decir, por mientras su caminar tenía un propósito y un objetivo, pero en cuanto empezó a observar el ambiente, los medios y todo lo que le rodeaba, todo se tornó complejo y sus inhabilidades empezaron a aflorar, de modo que empezó a hundirse, porque lejos de verse bajo la autoridad de Dios, se vio a sí mismo en sus propias debilidades, algo parecido a lo que le pasó a Adán y a Eva cuando comieron del huerto y de pronto se empezaron a ver desnudos, lo había pensado.

Como seres humanos, somos escasamente finitos en nuestros alcances, pero como hijos de Dios, nuestro alcance, poder e influencia son infinitos como el Dios quien nos dio su Espíritu para podamos usar de Él y hacernos semejantes a Dios y participar de su Reino.

Así me sucedió a mí mientras conducía mi coche, por mientras tenía un destino y un propósito a donde ir, nunca hubo problemas con la conducción, pero cuando me puse a preocuparme por el cómo, mi propia inteligencia y destreza me traicionaron y fallé como un novato.

Si lo pensamos detenidamente, Dios es un Dios de “qué’s” y no un Dios de “cómo’s”, es decir, Él nos habla de las cosas que habremos de hacer, mientras su Espíritu se encarga de poner en nosotros las habilidades, las destrezas y las herramientas del cómo, pero si nos enfocamos en el como, nos daremos cuenta que no somos capaces, que no tenemos las habilidades y probablemente que ni siquiera merecemos estar en ese tiempo y lugar, de modo que fallaremos por falta de talento.

La fe requiere de acción, no de pensar, si piensa mucho matará su fe, porque entenderá todo lo que no puede, pero si le cree a Dios, todos los días disfrutará de habilidades de las cuales se hablará tanto como el hecho de que Pedro caminara sobre las aguas, ya que glorifican a Dios por darle oportunidad de actuar en nosotros.

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