Ayer por la mañana tuve una de esas conversaciones que me gustan, de las que hacen que uno se cuestione su fe y que nos deja no con la intención, sino con la tarea de meternos más a fondo con la palabra de Dios y con Dios mismo en nuestra oración y le voy a contar porqué.

Sucede que la mayoría de las personas nos mareamos a nosotros mismos con nuestras teorías y nuestras excusas y en realidad solo terminamos creyendo que creemos en Dios, pues lejos de creerle a Él ó simplemente ir a consultar con Él nuestras situaciones, tenemos una respuesta rápida, una suposición o bien una excusa de porqué las cosas pasan ó no pasan en nuestra vida, una de esas respuestas populares es “Dios por algo hace las cosas”, como si Dios actuara de manera misteriosa en nuestras vidas pretendiendo pasar por desapercibido, en vez de esperar hacerse el centro de nuestro pensar y nuestro sentir, sin embargo nos comportamos con recato ante los asuntos de Dios y en verdad pareciera que le tenemos miedo a meternos con ´El que atrevernos a saber que viviremos las mejores experiencias de su mano, no en vano los mejores textos que hablan acerca del carácter que Dios quiere forjar en nosotros comienzan con un fuerte y claro “bienaventurado” (Salmos 1:1-3 por ejemplo), que nos da la certeza de que será una buena experiencia.

Esto es como subirse a los juegos mecánicos en una feria, no sé usted, pero a mi nunca me ha llegado una noticia en directo de algunos juegos mecánicos en los que haya fallecido alguien, estoy seguro que los debe de haber, pero nunca he visto a nadie que le pase algo en ellos ó conocido a alguien a quien le haya sucedido y eso que los fierros no tienen palabra de honor y sin embargo hay cientos de personas que se apanican solo del hecho de pensar en subirse ó pasan horas al pie de este tipo de instalaciones haciendo un drama, cuando en realidad ven a todos los que se bajan felices tras un buen paseo y un shock de adrenalina.

Así es con Dios, pero a diferencia de los juegos mecánicos, Dios es perfecto y además de esto, nos dice que lejos de cambiarnos y de darnos una vida aburrida, nos promete vida en abundancia y buenos momentos, y sin embargo hay quienes se paralizan ante la idea de acercarse ó delante de Él, como si lo que tienen fuera algo mejor y no intercambiable por una vida, como Él la denomina, gloriosa.

Es cierto que el tener la presencia de Dios en nuestra vida representa un par de retos, pero en ningún momento son retos que nosotros tengamos que superar, todo lo contrario, el reto más grande es aprender a ser débiles, a reconocer lo que no podemos y a pedir ayuda, para que Él se manifieste por medio de su Espíritu Santo en nosotros y nos llene de un poder, de un amor y de un dominio propio que no podemos controlar, pero que nos hace estar en control de las situaciones, pues nos pone en la condición de dar, dar algo que nunca tuvimos, algo por lo que no nos esforzamos y ciertamente no sembrAmos, pero es puesto en nosotros para que hagamos como Yeshúa (Jesús) hizo y podamos vivir no tranquilos, sino en paz, pues la victoria será nuestra constante.

Dios nos prefiere débiles que orgullosos, pero sabe qué es lo que Él no va a admitir en nosotros?, cobardía, pues en el momento que somos cobardes, no sucede otra cosa que nos vemos a nosotros mismos solos y no de su mano, quien temería a lo que fuera estando de la mano de Dios?, y más sabiendo que hemos sido llamados para sojuzgar la tierra y enseñorearnos de ella, de modo que cada reto y cada adversidad no es otra cosa que nuestra oportunidad de reconocer nuestros límites, admitir nuestra incapacidad y permitir que Dios sea Dios, el soberano, el Todopoderoso, y no el tomapedidos ó aquel dios bonachón en el que muchos han decidido creer y que es una versión caricaturesca del Gran Yo Soy que la Biblia nos muestra.

Piense esto por favor, Dios espera de gran manera que confiemos en Él y que de manera que lo hagamos, su carácter se vea impreso en nosotros, la cita de hoy es una muestra de ello, sería interesante que empecemos con un poco de humildad y empecemos por reconocer lo que no somos, para ello se requiere dejar a un lado la cobardía y confiar en su buen juicio (el de Dios) y no el de nosotros, no lo cree?

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