Hay cosas que por más que queramos no son diferentes y una de esas cosas es el depositar nuestra confianza en alguien, es decir, sólo depositamos nuestra confianza en quienes conocemos y en quienes han demostrado ser dignos de esa confianza, espero me dé a entender, de hecho es muy sencillo que alguien traicione esa confianza y que a causa de ese conocimiento que tenemos de dicha persona, decidamos ya no confiar más en ella.
Solamente con Dios hacemos diferente ó decimos hacer diferente, ya que en realidad no conocemos quien es Él, tenemos la idea de que Él quiere cosas “buenas” para nosotros pero solemos confundir lo bueno con lo cómodo, con lo fácil y con lo rápido, aunque ello no nos lleve más cerca de Dios ni de su propósito el cual dicho de paso también desconocemos.
Y esto no se lo digo con la idea de hacerle sentir mal por la falta de conocimiento de Dios, sino con la intención de animarle a tomar su Biblia y a empezar a tener fe en las cosas que Dios nos prometió y a vivir una vida con una tremenda certeza de las cosas que habrán de suceder y le vienen en contra.
Cuando los problemas, la adversidad ó la tentación nos acosan, solemos perder la perspectiva y es normal que enfoquemos nuestra atención en eso que nos incomoda y dejamos de ver claramente todos los aspectos de nuestra fe, empezando por nuestra identidad, nuestro propósito y la verdad de Dios que va por encima de nuestra realidad y es por eso que aunque decimos hacerlo en realidad no confiamos en que Dios haga las cosas como esperamos, pues no sabemos si nuestro modo ó bien nuestra idea vayan ligados ó alineados con ese plan que Dios ya tiene para nosotros.
Nos es necesario saber las cosas que Dios ha dicho acerca de sí mismo y las cosas que ha dicho acerca de nosotros para que podamos depositar nuestra confianza en ello cuando la adversidad nos acosa, porque de lo contrario, nos sucederá lo que siempre pasa, tomaremos medidas desesperadas, tomaremos medidas drásticas, tomaremos desiciones precipitadas y cometeremos errores de los cuales nos arrepentiremos posteriormente.
Por tanto, ante la adversidad, lo mejor que podemos hacer, es hacer como el salmista, confiar en lo que sabemos y lo que conocemos de Dios por medio de su palabra, si no sabemos, y no conocemos, antes de preocuparnos y antes de sufrir, tomemos tiempo y vayamos a la palabra, siempre encontraremos una promesa a la cual asirnos para confiar y tomarla como guía de oración y meta para alcanzar.
No existe tal cosa como tener una relación con Dios “a nuestro modo”, pues ello denota nuestra falta de confianza en Dios y su palabra, no podemos confiar en alguien a quien nos conocemos y quien decide ir por su cuenta, solo expresa su ignorancia acerca de quien es Dios y el plan que tiene para nosotros, así sea una fe que nos hayan “inclulcado, ó lo que hayamos decidido creer, nuestra confianza es uno de los mejores regalos que podemos hacer a Dios pues es la llave para que Él pueda obrar libremente en nosotros, sabiendo que no sólo va a resolver nuestra situación, sino que nos va a poner en un plano que nos conduzca a la eternidad.