Recuerdo perfectamente el día que mi Padre murió, tenía yo 18 años y recuerdo muy bien que más frustrante que el quedarme sin Padre, sin guía y sin amigo, la carga que las personas ponían sobre mi, me agobiaba, me ahogaba, me hacía querer morirme junto con mi Padre, pues no tenían idea de lo que decían, sin embargo, lejos de ayudarme, me dañaban y me ponían en conflicto con lo que Dios me había dicho desde el día que le conocí.
Obviamente las personas no me decían nada con mala intención, de alguna manera querían decirme algo “bueno” ó al menos bien intencionado, pero no se daban cuenta de lo que eso causaba en mi y el impacto que tendría en mi fe.
No se la quiero hacer mucho de emoción, ya le voy a contar, piense en esto, a mis 18 años y de tener un Padre sano y vivaracho, de la nada nos vamos de viaje y resulta que él al quedarse en casa muere repentinamente, el futuro, la estabilidad y la integridad de toda mi familia estaba en juego en ese momento, no sin pensar en el profundo dolor que sentíamos y al llegar al día siguiente a la funeraria y querer ver a mi Madre y a mi hermano que habían llegado antes, todas las personas me detenían para decirme “no llores”, “tienes que ser fuerte”, “ahora tú eres el hombre de la casa”, lo puede creer?
Sé perfectamente que esto es algo que se acostumbra decir cuando algo así sucede, pero piénselo bien, en serio es así?, sé que muchos lo dijeron con la intención de aligerar el dolor de mi Madre al vernos “fuertes”, pero en realidad se puede eso?, yo creo que no.
Lo que más me contrariaba en ese momento (y por favor no me mal entienda, tendría que extenderme mucho en este texto para explicar todos los detalles y que no parezca por demás dramático) era el pensar que si yo tomaba el papel del hombre de la casa, entonces, jamás caería sobre mi y sobre mi familia la promesa que Dios tiene para las viudas y los huérfanos, lo ha pensado?
También pensaba que en la primer carta a los Corintios hay una promesa que Dios no nos permitirá pasar una prueba, un dolor ni una tentación más dura de lo que estemos capacitados para soportar y que juntamente con esa prueba, con ese dolor y con esa tentación, viene la salida (1 Corintios 10:13) , es decir, hemos sido previamente equipados para pasar por ese trance, lo cual nos evita de tomar decisiones precipitadas ó papeles que no nos tocan, lo ha pensando?
Por que mi pregunta en ese momento era, qué hacer con mi dolor, con mis ganas de llorar y la impotencia que sentía? por lo que tuve que recurrir a mi Biblia para poder hacer las cosas como Dios lo había planeado y no como las personas me lo decían.
Cuando busqué en mi Biblia, encontré la respuesta, no era mi papel el ser fuerte, mi papel era el reconocer lo que no podía hacer y el buscar refugio en Dios, pues era Él quien tenía que fortalecerse en mi en ese momento y lo sigue haciendo día a día, pues si vamos a su presencia y reconocemos nuestra debilidad, nuestra incapacidad y lo que no podemos ni sabemos, será Él quien nos consuele, nos tome como hijos y ponga en nosotros lo que necesitamos y no lo que pudiéramos querer ó bien complazca a quienes nos observan.
2 Corintios 12:9 dice que todo lo que necesitamos es su gracia y esa no hay manera de provocarla, todo lo que podemos hacer es admitir que somos débiles y que necesitamos de aquel al que llamamos nuestro Señor y Salvador.
Es por eso que me emociona la cita de hoy, puedo estar en medio de cualquier adversidad y no necesito ser fuerte, no necesito esforzarme, necesito ser sincero conmigo mismo y tener la humildad suficiente para ir delante de Dios y reconocer mi debilidad, sabiendo que de acuerdo a sus promesas, Él me fortalecerá, Él es mi fortaleza, Él es quien me llena de fuerza y la sabiduría para usarla y aplicarla, Él es la voz que llena mi corazón y hace que de mi boca salgan palabras proféticas y no solo buenas intenciones, no le parece emocionante?
Es por eso que ante la adversidad, debemos de dejar de lado el orgullo, debemos de dejar a un lado la imagen que proyectamos a los demás, solo debemos de ir a la presencia de Dios y dejar que Él llene nuestra incógnita con su tremenda verdad, no le parece emocionante?
Afortunadamente decidí obedecer a Dios y mi familia también, el día de hoy mi Madre tiene 20 años de viuda y Dios le sigue proveyendo y le sigue cubriendo de acuerdo a su promesa, por lo que respecta a mi hermano y a mi, hemos vivido con el favor de Dios constante en nuestras vidas, ninguno tuvo que convertirse en el hombre de la casa, pues Dios tenía todo preparado para que su palabra se cumpliera y no solo fuésemos hombres de bien, sino buenos hijos de Dios.