En ocasiones nos cuesta trabajo distinguir entre lo que queremos y lo que nos conviene y por lo general tiene que ver con el hecho de que nosotros nos enfocamos en el corto plazo ó bien el plazo inmediato y Dios pretende hacer las cosas no solo en el largo plazo para nosotros, sino en el plazo eterno y por ello, tiene que preparar el terreno para lo que viene en nuestras vidas.
Muchas personas suelen decirnos que debemos de confiar en Dios, pero no nos dicen cómo se hace eso, ni como llegar a esa confianza?, qué pasa si no nos gusta eso que Dios está haciendo?, ó que pasa si no nos damos cuenta lo que Dios está haciendo?, de hecho, una de las preguntas más frecuentes que suelo recibir es cómo distinguir entre la voz de Dios y nuestros pensamientos.
La respuesta es sencilla como respuesta, pero un poco compleja en su ejecución, y no porque tengamos que cumplir una serie de requisitos para ello, sino porque debemos de mentalizarnos primeramente a dejar de hacer las cosas como se hacen en la tierra y comenzarlas a hacer como se hacen en el Reino de los Cielos, ahí donde habita Dios y segundo, debemos de empezar a creer más en lo que dice la palabra de Dios y menos en lo que pensamos y sentimos.
Esto se lo digo, porque aunque parezca completamente imposible, Dios nos va a hablar de cosas que están escritas en su palabra y hará que lo espiritual se tipifique en nuestra vida natural, pues así como el alma (nuestros pensamientos y sentimientos) gobierna sobre nuestro cuerpo (nuestra consistencia física), nuestro espíritu (la parte de nosotros que nos permite escuchar a Dios y que nos es regresada cuando decidimos nacer de nuevo) debe de gobernar sobre nuestra alma, es decir, lo que sabemos y conocemos de Dios debe de ser más fuerte y tener más autoridad en nosotros que lo que pensamos y lo que sentimos, increíble, no?
Pues es justo ahí que Dios pondrá en nosotros su poder, para que por medio de nosotros se manifieste su Espíritu y sucedan cada una de las cosas que Él nos ha prometido.
Incluso nuestra oración será transformada por el Espíritu de Dios en nosotros, trascenderemos de orar por lo efímero a lo eterno, dejaremos de pedir cosas pequeñas y comunes, para pedir que la palabra de Dios se cumpla y hacernos parte de un plan perfecto y permanente y como no tenemos idea de cómo es eso, Dios nos da el don de lenguas, para que sea el Espíritu de Dios quien nos ayude a orar como conviene.
En mi entendimiento (de manera que pueda yo explicarlo) el don de lenguas, es la capacidad que Espíritu de Dios (Espíritu Santo) pone en nosotros de hablar las lenguas angélicas, es decir hablar en las lenguas que se habla delante de Dios de modo que podamos expresarnos espiritualmente y orar “como conviene” (así dice la versión Reina Valera 60 de la Biblia) y alinear nuestro espíritu y nuestro tiempo de intimidad con el de Dios y ponernos en el plano de sus propósitos, permitiendo que nuestras necesidades se conviertan en añadidura y no el primer plano que Dios debe de ocupar en nuestra intimidad.
Si lo piensa, es todo un paso el dejar de lado aquello que creemos imprescindible para nosotros como el pedirle algo a Dios, pero es un verdadero voto de confianza primeramente de Dios de permitirnos hablar de temas que Él entiende y segundo de nosotros de confiar que Él verdaderamente tiene mejor idea de lo que necesitamos nosotros.
Por tanto, no siempre es completamente necesario que entendamos aquello que oramos, por eso la Biblia lo describe como “gemidos indecibles” ó gemidos imposibles de expresar con palabras como nos dice la versión de la Biblia que usamos el día de hoy, pero no se confunda, no es que Dios nos quiera dejar fuera de su ecuación y nos use para luego no revelarnos aquello que pretende hacer con nosotros, Dios no es incongruente, lo que pretende es que depositemos nuestra confianza en Él, al tiempo que oramos en lenguas, depositará Él en nosotros una paz que sobrepasa todo entendimiento, es decir, la certeza de que Él tiene el control y que aún en las condiciones más difíciles, Él hará primeramente lo mejor para su Reino al cual pertenecemos nosotros y por ende lo mejor para nosotros y segundo algo que haga que Él se glorifique, con lo cual nuestra reputación, y nuestra integridad estarán a salvo, pues nos promete que jamás nos avergonzará si le obedecemos y ponemos nuestra confianza en Él.
Por tanto, qué es lo que necesitamos para poder orar en lenguas?, ciertamente no es el repetir incansablemente frases que no entendemos, para ello necesitamos ser bautizados en el Espíritu, es decir, llenos del Espíritu de Dios y esto es algo que debemos de pedirle, pues cuando Él nos bautiza (ojo este es un bautizo completamente diferente del bautizo en agua que muchos conocen) deposita en nosotros la confianza no solo de hijos, sino de coherederos que velan por los intereses del Reino del cual forman parte.
Dios tiene 9 dones (1 Corintios 12:4-12) de los cuales nos quiere compartir, los cuales nos sirven para ayudarnos y servirnos los unos a los otros y nos dice que debemos de perseverar en ellos (1 Corintios 14), ya que su objetivo es el amor, las lenguas es uno de los dones más comunes, pues tienen que ver con la oración y la intimidad con Dios, Él pretende que tengamos intimidad y pretende transformar la manera en la que nos dirigimos a Él, pretende alinear nuestros corazones y nuestras intenciones a sus propósitos y por ello nos privilegia con el orar con gemidos difíciles de pronunciar, para que nuestro espíritu empiece a sensibilizarse a lo que nuestra mente se resiste, luego, Dios mismo nos proporciona un don de interpretación de las mismas lenguas, para compartirnos sus intenciones y sus propósitos en lo específico según nos revela su palabra.
Lo ha pensado?, por qué no cambia su manera de orar y pide a Dios le bautice en el Espíritu y desate en usted una nueva manera de orar y pedir que lo ponga en la misma sintonía del Dios vivo, para que deje de pedir cosas que no sabe si sucederán.