Existe una frase que hace tiempo dejé de usar que creo que deberé de empezar a usar de nuevo, esa frase reza “hay mucha gente que cree que cree en Dios” y esto siempre lo he dicho porque me topo todo el tiempo con personas frustradas por no recibir lo que esperan de Dios, por no tener la certeza de estar haciendo las cosas “bien” y por vivir en una constante incertidumbre, a pesar de que la palabra de Dios es muy clara y nos deja ver específicamente las cosas que podemos y no esperar del Dios Todopoderoso de la Biblia.

Y tengo que hacer un pequeño paréntesis (y eso que voy apenas empezando), pues acabo de usar una palabra que muchos leen, que otros tantos usan, pero que pocos toman en cuenta al momento de orar ó bien al momento de interactuar con Dios, esa palabra es Todopoderoso, la Biblia lo menciona en su versión hebrea “El Shaddai” y se refiera a uno de los nombres de Dios y quiero entenderlo como más inclinado a una de sus cualidades ó bien sus personalidades, y no es algo que Dios pueda, sino algo que Dios es y eso es lo que no entendemos.

Cuando Dios se presentó ante Moisés lo hizo en medio de una zarza ardiente, una zarza se consumiría en segundos, pero en esta ocasión no se consumía, con ello demostraba su poder sobrenatural y cuando Moisés le preguntó que de parte de quien iba a hablar a los Israelitas y al Faraón, éste le contestó del “Gran Yo Soy”, dejando entender que no eran sus actos los que iban a impactar a su pueblo, sino su esencia.

En ocasiones cuando oramos, olvidamos quien es Dios y vamos con un problema el cual pareciera enorme e imposible, delante de un Dios quien pareciera torpe y pequeño, y hacemos oraciones de súplica, en las cuales pareciera que nos empeñamos en destacar lo imposible de nuestro asunto que la personalidad de el Shaddai.

El Shaddai es aquel que todo lo puede, quien lo dijo y ya lo vio, de quien depende la bendición (bendecir viene de bien-decir, si ya lo dijo, es que sucederá), no es que dependa de Él que suceda, sino que si es en Él, simplemente será y no hay lugar a dudas, pero si decidimos hablar con quienes ignorantemente se refieren a Él como “Chuy” ó bien “Diocito” perdiendo toda reverencia y toda dimensión de su majestad, el resultado será de la misma dimensión de nuestra ignorancia.

Piense en esto, Dios dijo que los Israelitas no solo dejarían la esclavitud en Egipto, sino que entrarían a una tierra donde fluía leche y miel, es decir a una tierra de reposo, y tardaron 40 años en llegar a un destino donde solo les tomaría 11 días llegar si caminaban derecho, pero esto no es algo nuevo, Dios prometió un hijo el cual sería parte de una nación que descendería de Abraham y a este le tomó más de 14 años ver esa promesa realizada ó bien, le tomó más de 14 años creer que Dios podía más de lo que sus ojos podían.

El problema está en nuestra boca, ocupamos más tiempo exaltando lo difícil y lo imposible de nuestras situaciones que alabando a Dios y declarando su majestad y su poder, lo ha pensado?

Si usted quiere saber por qué los Israelitas tardaron 40 años en llegar a la tierra prometida, la cita de hoy es solo un ejemplo de las muchas palabras equívocas que salieron de sus bocas, Dios les prometió una tierra de abundancia y les indicó enviar espías para que dieran fe de la fidelidad de Dios y que testificaran de lo grande y asombrosa que era la tierra que Dios les dijo que les entregaría y ellos decidieron usar lo que solo unos pocos vieron y declararlo sobre su pueblo definiendo así su suerte.

Se ha puesto a pensar cuantas veces hemos hecho esto usted y yo?, y que por ello no recibimos, no solo lo que queremos, sino lo que Dios ya previamente había planeado para nosotros?, hay ocasiones en las que la bendición simplemente no llega porque simplemente no hemos preparado el terreno propicio para ella y con nuestras palabras y nuestras actitudes bloqueamos la identidad de Dios en nosotros, minimizamos a Dios y culpamos a su mal carácter caprichoso de no querer darnos aquello que tanto anhelamos, sin entender que le estamos pidiendo algo que en nuestro corazón es más grande que Él!

Piense esto, no es un asunto de prioridades, Dios no anhela, ni le interesa ser el primero en nuestro corazón, Él pretende ser el todo en nuestro corazón para que así toda su naturaleza, toda su identidad y todo su poder (el Shaddai) sea expresado en nosotros y conquistemos el mundo (literalmente), pero por mientras hagamos como los Israelitas hicieron, eso estará muy pero muy lejos de suceder.

Esto me lleva a un segundo paréntesis y a mi reflexión final de esta publicación, hay muchas personas que dicen que el Antiguo Testamento carece de validez, sin embargo con estas actitudes, no hacemos mas que imitar a los tercos (la Biblia los denomina de dura cerviz) Israelitas del Antiguo Testamento, pero si hiciéramos congruentemente de acuerdo a lo que decimos y nos comportáramos de acuerdo al Nuevo Testamento, ese se trata de hablar a futuro, de hecho el Apóstol Pablo nos incita nos exhorta, nos anima que perseveremos en la profecía (1 Corintios 14) que no es otra cosa que declarar todo lo que sabemos de Dios y lo que Dios hará, pues eso es lo que constituye nuestra fe y no los gigantes que vimos en ese lugar al que esperamos llegar algún día…

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