En ocasiones hacemos de nuestra oración una interminable serie de repeticiones que en realidad no contienen ni sentido ni fe, porque en realidad no sabemos si Dios responderá como esperamos a lo que pedimos, sino solo sabemos que queremos ó necesitamos aquello que hemos llevado a aquel lugar que entendemos como la presencia de Dios.

Pero en realidad la oración es mucho más que eso, orar en realidad poco tiene con el pedir, porque aquel que va a la presencia de Dios a pedir, poco entiende acerca de quien es Dios, pues de qué sirve ir a la presencia de Dios a decirle algo que ya sabe y a expresarle lo poco que confiamos en Él, de modo que vamos a pedirlo de nuevo?

El día que descubrí la cita de hoy, mi oración cambió, pues lejos de ir a presentar mi necesidad delante de Dios, esta cita me enseñó a sentirme confiado, ahora, iba a la presencia del Dios que verdaderamente lo sabe todo y que verdaderamente tiene el control de todo, de modo, que desde entonces puedo ir a su presencia y dejarme llenar por Él, escuchar lo que tiene que decirme, pues todo lo que yo iba a decir, no solo ya lo sabe, sino ya está tomando acciones al respecto, no es eso genial y asombroso?

A veces es eso lo que le falta a nuestra oración, el tener bien claro quien es Dios y cómo es que Él nos ha dicho que gira a nuestro alrededor, de modo que nada, absolutamente nada se le escapa, ni nuestras necesidades, ni nuestros anhelos, ni nuestras capacidades y debilidades, por el contrario, lo tiene todo tan presente que nos espera en su intimidad, para llenarnos de su verdad y revelarnos lo que ha preparado para nosotros y cómo es que encajamos perfectamente con su Reino y con su plan, todo lo que debemos de hacer es escuchar y prepararnos para obedecer.

Cuando sabemos que no nos es necesario ir a pedir repetidamente aquello que queremos ó necesitamos, nuestra oración se convierte en un verdadero ejercicio de necesidad, pues a partir de ese momento las palabras sobran y podemos entrar confiadamente a su presencia, sabiendo que Él es más importante que nuestra necesidad y que es mejor que la respuesta a lo que queremos ó necesitamos, todo es cuestión de conocerle para disfrutarle.

le invito a que medite en esto, la Biblia, lejos de ser un libro de reglas aburridas, es un libro que describe el carácter de Dios y su intención de glorificarse en nuestras vidas, es un libro que desata nuestro potencial y que si lo permitimos, nos llevará a expresar el poder de Dios y con ello las añadiduras de las que la misma Biblia nos habla, de modo que lo que íbamos a llevar a la intimidad con Dios queda en un segundo plano y deja de ser importante, ante las maravillas que tiene que decirnos y contarnos.

Disfrute de su tiempo de intimidad con Dios, sabiendo que Él ya sabe lo que usted iba a pedirle y disfrute del silencio que será llenado por su voz, por su abrazo y su plenitud.

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