Por alguna razón solemos agrupar todas las cosas según su género, aún cuando no siempre su género sea el mismo, lo ha pensado?, en ocasiones quisiéramos que todos nuestros problemas se resolvieran de una sola manera y en una sola ocasión, y los juntamos porque a todos los vemos como problemas, siendo que cada uno tiene una raíz y una razón distinta de ser, en realidad sería más fácil separarlos y resolverlos uno a uno y lo lograríamos de manera más sencilla y más rápida.
Así nos sucede con las cosas espirituales también, como no vemos a Dios, solemos agrupar a las cosas que no vemos dentro de la categoría de lo espiritual y eso nos puede llevar a confusiones y en ocasiones a frustraciones, ya que luego las cosas no funcionan como queremos ó como esperamos y le quiero explicar un poco acerca de esto.
He escrito en muchas ocasiones acerca de este tema, pero hoy quiero hacer especial énfasis en ello, pues considero que es vital para nuestra vida de fe, la Biblia confiesa que Dios nos creó a su imagen y semejanza y esto nos lleva a entender que si Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, nosotros también somos tripartitas y tenemos funciones similares, nosotros hemos sido creados como cuerpo, alma y espíritu.
Nuestro cuerpo es nuestra consistencia física, nuestra alma es en donde radican nuestros pensamientos y nuestros sentimientos y nuestro espíritu es aquella parte de nosotros que nos permite escuchar a Dios y la que expresa su poder.
Cabe mencionar que nuestro espíritu es la parte de nosotros que murió en el Edén, Adán y Eva murieron en espíritu cuando pecaron y solo hay que ir a la Biblia para entenderlo, ya que Adán y Eva vivían en presencia de Dios quien dicho de paso es omnipresente, siempre se entendían en su presencia, más cuando tomaron del fruto del árbol que les fue prohibido, primeramente se vieron desnudos, es decir, dejaron de ver lo que Dios veía y vieron lo que el mundo ve y segundo se entendieron lejos de Dios, ya que cuando escucharon que Dios venía a lo lejos, tuvieron miedo y se escondieron.
Es por eso que Yeshúa (Jesús) nos enseñó que nos es necesario nacer de nuevo, es decir, necesitamos de su perdón y de su identidad para regresar a nuestro estado natural a su imagen y a su semejanza recuperando nuestro espíritu para sabernos siempre en su presencia.
Habiendo terminado este pequeño paréntesis y regresando a lo que le comentaba, solemos agrupar las cosas y es común que lo que no veamos lo agrupemos junto, es por ello que aquello que sentimos lo entendamos como espiritual, ya que a Dios tampoco lo vemos y el entendernos en su presencia nos hace sentir bien, por tanto creemos que lo que se siente bien, viene del Espíritu de Dios, siendo que no siempre es así, muchas de esas cosas son solo de nuestras emociones y punto, son cosas que nos imaginamos y que no tienen que ver con Dios, es por eso que nos es necesario nacer de nuevo y recuperar nuestro espíritu, para poder entender al Espíritu de Dios.
La cita de hoy es profunda y a s vez directa es una cita de tiene por intención el dejar clara la identidad de la palabra de Dios, y note como esta nos revela que es la escritura la que penetra entre el alma y el espíritu, es decir nos ayuda a diferenciar entre las cosas que sentimos y pensamos de las cosas de Dios de modo que no nos confundamos, para que no dejemos que nuestras emociones nos dominen cuando estamos en una situación difícil ó bien en un momento de gran euforia y que siempre tengamos presente la identidad de Dios en todo lo que hagamos y en las cosas que nos suceden.
En ocasiones hay cosas que simplemente se sienten bien y solemos decir que sentimos paz al hacerlas ó al decirlas, pero en realidad podemos estar equivocados y cometiendo un error que posteriormente nos lleve a frustrarnos, es por ello que debemos de caminar tomados de la palabra, ya que esta no permitirá que las cosas solo “se sientan” bien, sino que tengan un fundamento y aseguren su buen efecto en nosotros para que salgan las cosas siempre bien y reflejemos el Reino de Dios en todo lo que hagamos, para que podamos vivir con garantías.
Permítale a Dios que entre en donde nunca había entrado, permítale que entre entre lo que piensa y siente y deje que su verdad altere su realidad, de modo que su manera de vivir sea transformada y asegure una vida segura y llena de éxitos de manera que aprenda a vivir confiado, pues eso es lo que Dios planeó para usted y para mi, cómo ve?