Hay asuntos que en nuestra fe no nos quedan del todo claras, como el hecho de entender la misericordia de Dios, esto quiere decir, muchas personas creen que pueden darle una oportunidad de acercarse a Él, pero al leer la Biblia, observamos que en todas las ocasiones Dios es quien se acerca a nosotros y nos busca, es decir, para aquellos que alegan que están esperando el tiempo correcto, la respuesta es sencilla el tiempo es justo cuando Dios envía a alguien y por su misericordia nos alcanza para que dejemos de vivir de la manera que lo hacemos y nos llenemos de sus beneficios, lo ha pensado?

También hay personas que viven pensando que Dios “por algo” hace las cosas y que sus motivos nos son ocultos y difíciles de entender, siendo que en realidad lo primero que Dios anhela es el compartirnos sus planes, mostrarnos el futuro para que perseveremos en el y que tengamos fe en lo que Él nos dijo y no en lo que nosotros queremos y esperamos y que dicho sea de paso, no le hemos consultado en lo absoluto.

Por último están aquellos que creen que Dios los bendice, porque los ama y quiere cosas buenas para ellos, cuando en realidad y a pesar de que nos ama al grado de dar su vida por nosotros, en realidad lo que quiere es que vivamos de acuerdo a su Reino y seamos parte de Él, para que podamos alcanzar al mundo entero, es decir no solo nos bendice porque nos quiere, sino que nos quiere porque tiene un propósito específico para nosotros, y necesita que crezcamos hacia ese propósito.

Es por eso que me fascina la cita de hoy, me emociona que el mismo Yeshúa (Jesús) se acerque a quienes ha levantado como árboles (la Biblia nos describe a quienes seguimos a Cristo como árboles) para tomar de nuestros frutos, más se queda sumamente consternado al no encontrar más que hojas.

Piénselo de esta manera, Dios Padre puso en usted una semilla llamada Yeshúa (Jesús), con la intención de que esta germinara en usted y le hiciera crecer para dar los mismos frutos que abundan en tel Reino de los Cielos, pero ahora en la tierra por medio de usted, imagine la desilusión que se lleva al encontrarse con un árbol que sólo produce hojas que le cubren (guardan su apariencia), pero no encuentra frutos que alimenten a su Pueblo!

Afortunadamente la semilla no pierde su naturaleza a causa de la tierra donde es sembrada (Yeshúa es la semilla, usted y yo somos la tierra), por el contrario, la semilla altera la tierra, pues hace raíces profundas para fortalecerse y siempre dará fruto, pues esa es su naturaleza.

En otras palabras, si Yeshúa (Jesús) entra en su vida, tiene usted por garantía que habrá frutos en usted, solo tiene que asegurar el que haya usted nacido de nuevo y que riegue esa semilla con el agua de la palabra de Dios, los frutos serán evidentes (Gálatas 5:22-23) y abundantes, sólo recuerde, no son para usted, son para que el mundo experimente el efecto de Dios en usted, todo que necesite le será dado por añadidura, siempre y cuando usted no pierda el propósito de su función y de su papel en el Reino de Dios, no está usted aquí para recibir, sino para producir, una vez claro esto, su vida no será otra cosa que gloriosa, los beneficios del Reino le seguirán y jamás tendrá que preocuparse por secarse, pues la fuente eterna está en usted.

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